Catamarca y su territorio
La Provincia de Catamarca se
encuentra ubicada en el Noroeste de la República Argentina, entre los 25°12' y
los 30°04' de latitud Sur, y entre los 69°03' y 64°58' de longitud Oeste.
Limita al norte con la Provincia de Salta, al noreste con Tucumán, al este con
Santiago del Estero, al Sudeste con La Rioja, al Sur con Córdoba y al Oeste con
la República de Chile.
Más del 70 % de sus 103.754 km de
superficie está cubierta por montañas, ello le otorga un rasgo distintivo, ya
que la presencia de cadenas montañosas define valles y bolsones, conformando
áreas agroecológicas con microclimas bien definidos.
Estas cadenas montañosas se
agrupan en cuatro sistemas bien diferenciados:
• Las Sierras Pampeanas al Este y
Centro de la Provincia.
• El Sistema Narváez-Famatina al
Oeste.
• Zona de transición Cordillerana
Catamarqueña, en el extremo Oeste hasta el
Límite con Chile.
• La Puna, que es un bloque sobre
elevado, situado al noroeste de la Provincia.
Origen de la palabra Catamarca
Según Samuel Lafone Quevedo, la palabra Catamarca proviene de dos vocablos quIchuas: cata, que significa “ladera”, y marca, equivalente a “fortaleza de frontera”.
Su pasado Indígena
Antes de la conquista española,
la provincia estaba poblada por diversas etnias aborígenes. En Santa María
vivían los quilmes, los tolombones, los yocaviles y cerca de Amaicha, los
acalianes; en Belén, los hualfines, los famaifiles y los culampajos; en
Andalgalá,los andalgalás, los tucumangasta, los aconquijas, los mallis, los
chauchasquis y los huasanes; en Pomán, los pomanes, los colreños, los bechas,
los mutquines, los sijanes y los saujiles; en Tinogasta, los abaucanes, los
pituiles, los huatungastas, los mayulucas y los fiambalaos. A menudo, el nombre
de estas tribus era la extensión del nombre de un cacique o de la región que
habitaba. En su conjunto formaban la parcialidad.
Hacia el noroeste de la actual
capital catamarqueña habitaban otras tribus como los motigastas, en Valle
Viejo; los sitguagastas y collagastas, en Piedra Blanca; los colpes y
huaycamas, en Ambato; los paquilingastas, en Paclín y los alijilanes y
apatamas, en Santa Rosa. Tanto estas tribus como los pueblos calchaquíes
estaban hegemonizadas por la cultura diaguita, íntimamente vinculada a la incaica.
En general, las tribus
catamarqueñas gozaban de un excelente desarrollo social y económico, lo que
permitió mantenerse unidas, bajo ciertas formas de federación y distinguirse
por la organización de sus aldeas.
Los pueblos indígenas eran
expertos agricultores, como lo demuestran sus obras para contener la erosión de
los cerros y su dominio de diversas técnicas de riegos. Los diaguitas no
rendían culto a ningún dios determinado, sino que veneraban al sol y a los
árboles, en especial al algarrobo, entre otros motivos porque gracias a sus
frutos producían el pan de patay y la aloja, una bebida espirituosa y que aún
hoy se produce.
Conquista y colonización
España descubrió la región a
mediados del siglo XVI, cuando el capitán Diego de Almagro buscaba una vía de
acceso a Chile. La primera fundación fue llevada a cabo por Juan Pérez de
Zurita, quien en 1558, en el valle de Quimivil, echó los cimientos de San Juan
de la Ribera de Londres, en homenaje a María Tudor, reina de Inglaterra y
esposa de Felipe II, rey de España. Arrasada por los indios en 1607, la ciudad
fue reconstruida poco después, con el mismo nombre. Dos décadas más tarde, los
diaguitas la redujeron otra vez a escombros. El caserío volvió a ser
reconstruido y nuevamente arrasado en 1633. Cincuenta años más tarde, el
conquistador Fernando de Mendoza y Mate de Luna fundó una nueva ciudad, esta
vez al pie del cerro de Ambato, sobre el río del Valle. Lo hizo el 5 de julio
de 1683 y la llamó San Fernando del Valle de Catamarca, denominación y ubicación
geográfica que conserva hasta ahora.
La Independencia y Autonomía
Catamarca no se mantuvo al margen
de los cambios políticos que se operaron en el país a partir de 1810. Tampoco
pudo eludir el deterioro de su economía, provocado básicamente por la política
centralista de Buenos Aires. Hacia 1817, unitarios y federales ya combatían en
suelo catamarqueño. En 1820 el caudillo Bernabé Aráoz fundó la República
Federal de Tucumán sobre los territorios de Tucumán, Catamarca y Santiago del
Estero, a quien, los gobernadores de Salta y Santiago del Estero - Martín
Güemes y Felipe Ibarra, respectivamente - le declararon la guerra. Güemes
sostenía que Aráoz le negaba auxilio para acabar con los realistas y lanzó
sobre la República de Tucumán un cuerpo de ejército al mando del Coronel
Alejandro Heredia, quien, a su vez, ordenó al Coronel Apolinario Saravia
invadir Catamarca. De este modo, la provincia se desmembró momentáneamente de
la República Tucumana. Aráoz envió a sus representantes, intimando al Cabildo Provincial
a aceptar a Nicolás Avellaneda y Tula como gobernador intendente. Así sucedió;
no obstante, el 25 de agosto de 1821, el propio Avellaneda proclamó la
autonomía catamarqueña de sus dominadores tucumanos. Sin embargo, su gobierno
no duró mucho. El 17 de octubre de ese mismo año, un golpe de estado lo
derrocó, pero otro lo repuso el día 30, hasta que finalmente renunció en marzo
de 1822, delegando el mando en Eusebio Gregorio Ruzo.
A partir de este momento,
Catamarca gozó de relativa tranquilidad. Sin embargo, la provincia no logró
unificarse hasta 1853, cuando se sancionó la Constitución Nacional. Fue en esa
época que surgió con todas sus fuerzas una de las figuras claves en el proceso
político catamarqueño: Fray Mamerto Esquiú. Esquiú, llamado "el orador de la
Constitución", fue el gran defensor de los intereses regionales de la
provincia. Gracias a su denodada acción, y con el apoyo de Octaviano Navarro,
primer mandatario provincial elegido bajo el imperio de la Constitución,
Catamarca llegó a contar con una imprenta, un periódico y un hospital propios.
Un poco de Historia Económica de
Catamarca
Junto a una agricultura de
subsistencia se difundieron cada vez más los viñedos, que fueron sustituyendo
el tradicional cultivo del algodón.
La ganadería intensificó el
intercambio comercial con Chile, adonde se enviaba el ganado vacuno y con
Bolivia, destino de mulares y asnales. Los cueros tenían mercado en Córdoba,
Cuyo y el Litoral, también consumidores de aguardientes catamarqueños.
En 1888 se inauguró la primera
red ferroviaria. Sin embargo, el encadenamiento de la economía provincial al
centralismo porteño condicionó el destino de Catamarca como a "provincia
pobre". Según afirma Gaspar H. Guzmán, autor de Derroteros catamarqueños,
Catamarca se definió tradicionalmente por ser "una geografía y economía
del Pacifico". Cuando los ferrocarriles abrieron nuevas rutas de tráfico,
Catamarca quedó arrinconada.
Se fundaron los pueblos de las
estaciones, que absorbieron parte de la población de la sierra. Muchos de ellos
dependían para su subsistencia del agua aportada por el propio ferrocarril,
como es el caso de Recreo, convertido poco después en nudo del ramal que llegó
a San Fernando del Valle de Catamarca, empalmando con el que procedía de La
Rioja en la estación Chumbicha.
El trazado férreo, convergente
hacia la ciudad portuaria, sirvió luego de modelo para el trazado viario. La
ausencia de una infraestructura adecuada frustró todos los planes de
desarrollo, lo que se tradujo en un gradual despoblamiento de su territorio.
Bastan unos pocos datos estadísticos para confirmar esta apreciación: en 1810,
Catamarca tenía 30.000 habitantes; en 1991 su población solamente ascendió a
264.234.
El período 1937-1953 presentó una
serie anormal de años secos que trajeron como consecuencia una importante
reducción en los pastos naturales y en las aguadas, lo que por ende repercutió
profundamente sobre todo en el desarrollo de la ganadería. Ante ese panorama,
en el año 1953 el Gobierno de la Provincia decidió encarar un plan de gran
alcance mediante la ejecución de una serie de obras que aprovechando los
principales ríos de la región permitiese la creación de nuevas zonas de riego,
como así también la distribución de agua para bebida de la ganadería. Es así
que se construyeron los diques-embalses de Ipizca (Ancasti), La Carpintería
(Santa Rosa), Motegasta (La Paz), Collagasta (El Alto) con sus respectivas
redes de canales; el dique-embalse de Las Pirquitas construido por Agua y
Energía de la Nación, y el dique Sumampa - Sauce Mayo. La ejecución de estas
obras hidráulicas generó un importante proceso de colonización, a partir del
cual se crean las Colonias de Achalco, Icaño, Alijilán-Manantiales, Motegasta y
Los Altos en el Este catamarqueño, la Colonia de Anillaco en el Oeste las
Colonias de Nueva Coneta y del Valle en el Valle Central.
Uno de los ejemplos más
relevantes es el Dique de Las Pirquitas, a menos de 30 Km de la ciudad Capital,
una represa reguladora cuyo espejo de agua riega una importante área de
cultivo. Su presencia desempeña un importante papel en el fomento de las
actividades agrícolas, entre ellas la producción de hortalizas, papa, tomate,
cebolla, ajo, melón, arveja, ají, pimiento morrón, entre otras: fruto de ello
ha crecido el pueblo de Nueva Coneta que abrió caminos a nuevos cultivos en
tierras que, en otras épocas padecieron el flagelo de la sequía.
El Poblamiento de la Provincia de
Catamarca
Se considera de gran importancia
transcribir de la publicación del INDEC de 1980, una breve reseña histórica sobre
el proceso de poblamiento de la Provincia de Catamarca, ya que es uno de los
aspectos muchas veces consultado, particularmente por investigadores y
estudiantes, y sobre el cual pueden encontrarse mayores detalles en los datos
censales anteriores a 1991.
“Para describir el proceso de
poblamiento de la Provincia de Catamarca no se puede partir de la llegada de
las expediciones españolas. Como lo destaca Romualdo Ardissone, cuando los
españoles penetraron en el valle de Catamarca, este ya estaba poblado. Lo
estaban también otros lugares de la actual provincia. Arqueólogos y
antropólogos han encontrado pueblos, ciudades y fortalezas que construyeron y habitaron
los Diaguitas.
A ello se agrega la información
histórica sobre el contacto y la lucha entre españoles y los indios. Los
diaguitas resistieron tenazmente la conquista, pero poco a poco se fueron
integrando a la sociedad y la cultura de los recién llegados. Ha habitado,
pues, un poblamiento continuo indígena español”.
“No está determinado hasta ahora
desde cuando está habitada Catamarca, ni la importancia numérica que alcanzó su
población primitiva. Indudablemente el apogeo de esa cultura fue anterior a la
llegada de los españoles, porque varios de los establecimientos Diaguitas
encontrados estaban ya abandonados en el momento de la conquista.
El siglo XIX es de progreso para
el poblamiento de Catamarca, con el florecimiento de las economías regionales.
En realidad nunca creció la provincia con un ritmo mayor que entre 1812 y 1869
(crecimiento anual medio de 24%). Como también ocurrió en otras provincias de
la región, la "revolución demográfica" que a partir de 1860 provocó
la inmigración masiva de europeos y el consiguiente desarrollo acelerado de la
región pampeana, no solo no llegó a Catamarca, sino que provocó la
desorganización de su economía y el comienzo de la emigración Amílcar Razori
clasifica las localidades indígenas en: poblados o núcleos permanentes
(Hualfín, la Ciénaga, Ciudacita, Quimivil); poblados agrícolas, con viviendas
urbanas y economía agraria (Famabalasto, Pajanco y Tuscamayo); pucarás
poblados, fuertes que además albergan población (El pucará de Aconquija, Fuerte
Quemado, Punta de Balasto, Guatangasta), y ciudades amuralladas, como la del
Cerro Pintado de las Mojarras del Valle de Santa María. De toda la población
indígena que había habitado esos pueblos y ciudades, se estima que podrían
quedar a fines del siglo XVI unas 5000 personas”.
“El asentamiento español en
Catamarca fue fundamentalmente distinto al que se desarrolló en casi todas las
otras Provincias Argentinas originales. Estas se poblaron sobre la base de las
"ciudades territoriales" que fundaban los españoles en sitios
estratégicos y el poblamiento se iba realizando a partir de la ciudad. Fue el
famoso método español de colonización urbana. Catamarca fue la excepción. Aquí
fue primero el poblamiento de la campaña, la colonización rural de los valles.
Después el conjunto de la vida del valle pide que se forme una aglomeración que
le sirva de centro”.
La distribución dispersa de los
habitantes a través de la provincia hace difícil estimar la cantidad de
población antes del Censo de Carlos III en 1778, al constituirse el nuevo
Virreinato del Río de la Plata, cuyos resultados fueron: Resultados del Censo
de Carlos III. Año 1778: total de población en ciudad y campaña 15315
habitantes
Fuente: Jorge Comadrán Ruíz,
“Evolución Demográfica Argentina durante el Período Hispano (1535-1810).
CELEBRIDADES CATAMARQUEÑAS
CELEBRIDADES CATAMARQUEÑAS
Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú nació el 11 de mayo de 1826 en la localidad de Piedra Blanca en la provincia de Catamarca, Hijo de Santiago Esquiú, soldado catalán enviado por España al Río de la Plata que combatió en el alto Perú hasta ser hecho prisionero por los patriotas; su madre María de las Nieves Medina criolla catamarqueña. Su madre le impuso el nombre de Mamerto de la Ascensión, en homenaje al día en que nació: San Mamerto y el misterio de la Ascensión del Señor, que ese año había caído el mismo día.
Desde los cinco años comenzó a usar, por intermedio de su madre, el hábito franciscano que no lo abandonó en toda su vida, como promesa de su delicado estado de salud. Ingresó al noviciado del convento franciscano catamarqueño el 31 de mayo de 1836 y al cumplir 17 años se ordenó sacerdote celebrando su primera Misa el 15 de mayo de 1849.
Se dedicó fervientemente a la educación siendo maestro de niños y catedrático en el Convento a lo cual dedicó mucho entusiasmo además de fervorosas homilías.
Luego de la cruenta Guerra Civil, el 9 de julio de 1853 predicó su famoso Sermón de la Constitución, donde pidió concordia y unión para los argentinos, alcanzando trascendencia nacional. En este discurso Esquiú dejó asentadas muchas verdades, enseñanzas luminosas y una doctrina jurídica y sociológica sólida.
El 28 de marzo de 1854 pronuncia un nuevo sermón con motivo de la asunción de las autoridades nacionales.
Después de este sermón su fama creció y el 2 de mayo el Gobierno Federal lanzó un decreto por el que se disponía la impresión por separado de los dos sermones patrios y su envío en número suficiente al autor y a todas las autoridades civiles y eclesiásticas de la Confederación, al mismo tiempo que se pedía un ejemplar autógrafo de ambos, para ser depositados en el Archivo Nacional.
En 1855 es vicepresidente de la Convención que le debía dar a la provincia su constitución y el 25 de mayo de 1856 pronuncia un nuevo sermón con motivo de la instalación del gobierno provincial.
Ese mismo año y accediendo a los reclamos populares, es elegido diputado de la Legislatura provincial por el departamento Valle Viejo. Fray Mamerto fomentó, inspiró y ejecutó la industria minera, la creación de la renta pública, la instalación del alumbrado público, la erección de escuelas, la introducción de la imprenta, etc.
En esta parte de su vida asume el periodismo como un modo más de expresión de su personalidad. El primer periódico catamarqueño denominado El Ambato, contuvo los primeros ensayos de Esquiú. Artículos sobre la Religión y La Patria, La Inmigración, La Educación y otros mostraban sus intereses y su profunda vocación patriótica.
Esquiú además, recalcaba la función de cada uno dentro de la comunidad y para poder cumplimentarla se debía tener en cuenta
1- Saber y Calcular 2- Dedicarse a sancionar lo justo y lo bueno 3 - No flaquear antes las amenazas de la tiranía y el despotismo o ante la seducción de la demagogia 4- Sacrificar las afecciones privadas en aras del bien común .
1- Saber y Calcular 2- Dedicarse a sancionar lo justo y lo bueno 3 - No flaquear antes las amenazas de la tiranía y el despotismo o ante la seducción de la demagogia 4- Sacrificar las afecciones privadas en aras del bien común .
El 1º de mayo de 1875 dejaba para siempre Tarija, teniendo como meta Catamarca a donde llegó el 21 de setiembre.
En las fiestas de San Francisco y de Santa Teresa, volvió a predicar frente a su pueblo.
El 24 de setiembre le fue solicitado una prédica con motivo de la realización de una misa en acción de gracia por la inauguración de la Convención Constituyente que se abocaba a la reforma de la Constitución Provincial.
El 4 de febrero de 1876, después de finalizar todo lo necesario para cumplir con su proyectado viaje a Tierra Santa, emprende el recorrido desde Catamarca. Primero Córdoba y después Rosario y el convento histórico de San Lorenzo; de allí se trasladó a Montevideo. Finalmente el 21 de marzo embarca para Europa pasando por Río de Janeiro.
El 24 de abril desembarca en Marsella y de allí parte a Génova desde donde se dirige a Roma el 28.
El 8 de junio parte a Nápoles y desde ahí pasa a Alejandría, para llegar el 27 a Jerusalén.
El General de la Orden lo llama a Roma, alejándose el 8 de diciembre de 1877 después de casi un año y medio de estadía en Palestina. La misión que le encomendara el General era el restablecimiento de la vida según el ideal de San Francisco, como un humilde obrero.
El 22 de enero se dirigió por brevísimo tiempo a Asís.
El 25 vuelve otra vez a Roma, donde en el mes de abril conoce al nuevo Papa, León XIII.
Génova lo vio partir el 2 de mayo.
Fray Mamerto Esquiú fue consagrado obispo de Córdoba el día 12 de diciembre de 1880, y tomó posesión de su sede episcopal el día 16 de enero del año siguiente aunque siempre creyó no corresponderle la dignidad episcopal.
Fray Mamerto Esquiú murió humildemente el 10 de enero de 1883 en la localidad catamarqueña de El Suncho.
Mientras sus restos mortales descansan en la catedral de Córdoba, el corazón "incorrupto" del religioso permanece en el convento franciscano de Catamarca
Ha sido considerado “Patrono de los Abogados Constitucionalistas”
Fue declarado Siervo de Dios en 2005 y su causa de beatificación sigue avanzando.
Felipe Varela
Nació en Huaycama, departamento de
Valle Viejo, provincia de
Catamarca; 1821 – falleció en Ñantoco, Chile;
el 4 de junio de 1870), estanciero y militar argentino, líder del último pronunciamiento de
los caudillos del interior contra la
hegemonía política conquistada por la provincia de
Buenos Aires en la batalla de Pavón.
Contrario a la Guerra del Paraguay o Guerra de la
Triple Alianza, fue apodado el Quijote de los Andes por
el desafío que planteó al gobierno central con un reducido ejército de menos de
5.000 hombres, hizo frente a éste en la región andina y cuyana durante varios años. Finalmente derrotado,
murió exiliado en Chile.
La figura de Varela, como tantas otras de la época,
resulta fuertemente controvertida; los historiadores revisionistas han
reivindicado su oposición a Bartolomé Mitre y a la Guerra del Paraguay.
Otros autores han apreciado la lucidez del Manifiesto con el que proclamó su
oposición a Mitre, una de las expresiones más acabadas y expresivas del ideario federal.
Sus inicios de combatiente federal
Nacido en el año 1821,
posiblemente el 11 de mayo. Fue
bautizado con el nombre de Juan Felipe por el Pbro. Francisco Jacobo de Acuña
en la capilla de San Isidro,
actual departamento Valle
Viejo, provincia de
Catamarca, el 9 de junio de 1822 de
1 año de edad, actuando como padrinos del futuro caudillo: Valentín Castro y
una hermana del Pbro. Acuña, Juana Antonia Acuña. Era hijo del caudillo federal
Javier Varela y de María Isabel Ruarte o Rubiano (sic).1
Varela, poseedor de tierras en Guandacol (provincia
de La Rioja), combatió contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas en
la década de 1840.
La persecución del gobernador de Buenos Aires le llevó al exilio en Chile,
donde se unió al ejército de ese país; luego de la caída de Rosas, en1852,
retornó sumándose al ejército de la Confederación, donde ocupó el cargo de segundo
jefe de la frontera en Río Cuarto.
En 1861 peleó bajo las
órdenes de Justo José de Urquiza en
la batalla de Pavón,
que marcó el triunfo de la facción porteña y el inicio de la hegemonía
mitrista. Tras la derrota se unió a las filas del Chacho Peñaloza en su sublevación contra las
autoridades nacionales.
Como protegido del Chacho, fue nombrado
jefe de la policía en La Rioja. En 1863 invadió
la provincia de
Catamarca, y luego combatió contra las fuerzas de Wenceslao Paunero en las batallas de Las Playas y Lomas
Blancas. Después del asesinato de Peñaloza, Varela se refugió enEntre Ríos, donde fue edecán del gobernador
Urquiza. Un año más tarde volvió a Chile.
Allí se puso en contacto con la llamada Unión
Americana, una red de corresponsales de los círculos intelectuales de esa
época, formado para repudiar los ataques europeos contra Perú, y que había protestado enérgicamente por
el apoyo argentino y brasileño a la revolución deVenancio Flores en el Uruguay.2 También acusaba al Brasil y al
gobierno argentino por causar la guerra del Paraguay.
La revolución de los colorados
A través de la Unión Americana, Varela comprendió en
profundidad el proceso político en que estaba sumergido su país, y se puso a
organizar una campaña militar para regresar. Durante muchos meses no pudo hacer
nada, ya que no tenía dinero. Pero algún oficial chileno decidió que atacar a
la Argentina era una buena idea en ese momento, y sin permiso superior puso a
disposición de Varela algunos soldados. Nombró jefe de ese cuerpo a un
comandante Medina, al frente de unos 150 soldados chilenos con armas
automáticas, muy pocas pero muy efectivas.3
Acérrimo opositor al gobierno de Buenos Aires, Varela
percibió la impopularidad de la guerra del Paraguay y
decidió intervenir nuevamente. Provisto de buena inteligencia sobre las
decisiones diplomáticas tras la creación de la Triple Alianza y
las motivaciones de Mitre, liquidó sus posesiones para equipar un par de
batallones de exiliados, así como combatientes chilenos afines a su causa. A
fines de 1866, Varela ya había decidido ingresar a su
país, lo que hubiera sido una locura sin apoyo interno. Pero en su ayuda llegó
la Revolución de
los Colorados.
En noviembre estalló en Mendoza una sublevación de las tropas que
debían partir a la guerra del Paraguay, dirigida por el coronel Juan de Dios Videla.
Liberaron a los presos de la cárcel, entre los cuales se hallaba el doctor Carlos Juan Rodríguez,
un federal sanluiseño a quien Videla hizo nombrar gobernador de Mendoza. En dos
días controlaron toda la provincia. Pocos días después derrotaron al coronel Pablo Irrazábal, el asesino de Peñaloza. De
allí pasó Videla a la provincia de San Juan,
donde derrotó y expulsó al gobernador y ocupó su lugar a principios de enero de 1867,
y enseguida derrotó al coronel Julio Campos, gobernador unitario de la provincia de La Rioja en
la batalla de Rinconada
del Pocito.
El mando militar de la revolución quedó en manos del
coronel Felipe Saá,
que recuperó la provincia de San Luis.
En muy poco tiempo habían tomado el poder en todo Cuyo.
Y contaban con el apoyo del gobernador cordobés Mateo Luque.4
Convocando a las montoneras residuales de otros caudillos
muertos en todo el país más combatientes chilenos, Varela marchó sobre
territorio argentino portando bandera con la consigna de ¡Federación o
Muerte! .
La Rioja cayó en manos federales tras una rebeliòn
militar contra el comandante Irrazábal, autor de la muerte de Chacho Peñaloza.
Al poco tiempo se unieron a Varela otros caudillos menores, como Santos Guayama, Sebastián
Elizondo y Aurelio
Zalazar, con los cuales llegó a formar un ejército de más de 4.000
hombres.5
Varela ocupó el oeste de las provincias de La Rioja,
luego ocupó la ciudad de La Rioja, y volviendo hacia el oeste tras la victoria
del montonero chileno Estanislao
Medina sobre el ex-gobernador catamarqueño Melitón Córdoba,
que murió en el combate, el 4 de marzo cerca deTinogasta,6 ocupó también los departamentos occidentales
de Catamarca con una fuerza de 2.000 hombres.6 En toda esa zona, y en la mayor
parte del interior del país predominaba un claro sentimiento federal. Los dos
batallones con los que había partido de Chile (en los que figuraban algunos
soldados y oficiales chilenos) se habían transformado en varios miles de
hombres, llegando a reunir casi 5.000 montoneros, la fuerza más importante que
había puesto en armas el partido federal desde
la batalla de Pavón.
Ante la tibia acogida que les dispensa Urquiza, con
quien contaban inicialmente para encabezar el alzamiento, planificaron las
acciones desde su cuartel de Jáchal. Varela estaría encargado de alzar las
provincias occidentales, mientras los Sáa y Videla avanzarían hacia el litoral,
donde esperaban sumar algún dirigente federal.7 En la hipótesis más audaz, podían
llegar a contar con Timoteo Aparicio en
Uruguay, junto con elpartido blanco.
El sofocamiento de la rebelión
La situación era realmente peligrosa para el gobierno
de Mitre, que estaba personalmente al mando de los ejércitos aliados en el
Paraguay. Debió regresar a Rosario para
organizar los ejércitos con que hacerles frente, al frente de los cuales colocó
a José Miguel Arredondo,Wenceslao Paunero — vueltos del Paraguay
— y Antonino Taboada,
hermano del gobernador de Santiago del
Estero.
En marzo, el ejército al mando de Paunero recibió en
Rosario el moderno equipo retirado del frente paraguayo, y comenzó el avance
hacia Córdoba, donde el ministro de guerra, Julián Martínez,
se había trasladado para imponer la autoridad civil del gobierno central.
Alertado de la marcha del ejército federal, al mando del general Juan Saá, recién llegado desde Chile, Paunero
destacó a Arredondo a interceptarlos. En la madrugada del 1 de abril, las fuerzas de los montoneros y
sus aliados ranqueles, que habían aportado 500 lanzas a
los insurrectos, fueron derrotadas en la batalla de San Ignacio,
a orillas del del río Quinto. Los
federales estuvieron a punto de vencer, pero la decisiva acción de la
infantería de Luis María Campos dio
vuelta la batalla y los federales fueron destrozados.
Todos sus dirigentes huyeron a Chile. Pero Varela
estaba aún muy lejos como para enterarse de lo que ocurría. Avanzó hacia la
ciudad deCatamarca,
pero estaba ya por llegar cuando se enteró de que Taboada había ocupado La
Rioja. Cometió entonces un error muy grave, contramarchando hacia La Rioja para
hacerle frente.
Enviando recado a Taboada para sugerirle combatir
fuera de la ciudad, con la intención de reducir los daños civiles, Varela
avanzó hacia La Rioja. Pero no tuvo en cuenta el aprovisionamiento de agua en
ese desierto, y Taboada aprovechó cabalmente ese error: se ubicó en el llamado
Pozo de Vargas, la única fuente de agua entre Catamarca y La Rioja, y allí
esperó a Varela. Al llegar, éste decidió que no podía seguir sin dar agua a sus
hombres, y decidió atacar. Ésta fue la batalla de Pozo
de Vargas.
La carga inicial de los federales - encabezada por el
chileno Estanislao Medina - fue exitosa, y los combates se prolongaron durante
casi ocho horas. Pero la ubicación estratégica de los hombres de Taboada y la
superioridad de su artillería impidieron a los federales llegar a su objetivo.
Sin embargo, una astuta maniobra del capitán montonero Sebastián
Elizondo se hizo con los animales y el parque de armas de los
de Taboada, pero el rédito de la misma se vio desbaratado cuando se dio a la
fuga con ellos en lugar de volver a formar filas y entrar al combate. Con menos
de 180 hombres, Varela debió retirarse, dejando el campo al muy maltrecho
ejército nacional.
La
resistencia de Varela
Pocos días más tarde llegó a Jáchal. Allí se enteró de
la derrota de Saá y reunió a sus hombres con los dispersos de éste. Pero, en
lugar de huir a Chile decidió adoptar una táctica de guerrilla. El 21 de abril abandonó Jáchal ante el
avance de Paunero, y se echó al monte. Desde allí hostigaría a las
fuerzas regulares de sus adversarios, contando con su mejor conocimiento del
terreno.
El 5 de junio, en el paraje de Las Bateas, se
arrojó por sorpresa sobre el campamento de Paunero, huyendo con la caballada y
la munición. El16 del mismo mes,
aprovechando sus pocos medios, sorprendió en la quebrada de Miranda a un grupo
de conscriptos al frente del Coronel
Linares, que abandonan el bando nacional y se le unen desobedeciendo
a sus oficiales. Tomó prisionero a Linares y le preguntó qué hubiese hecho si
la cosa hubiera sido al revés. Éste le contestó que lo hubiera matado como a un
perro; entonces Varela lo hizo fusilar… pero como a un hombre.
Esa clase de acciones se prolongaría durante meses,
obligando al gobierno central a mantener en constante alerta a sus tropas en la
región, bautizadas como Ejército Interior. Medina hizo lancear a Tristán Dávila,
el más rico y capaz de los jefes del partido unitario de La Rioja. Después de
Pozo de Vargas, la guerra comenzó a perder su carácter casi romántico: los
asesinatos de los “nacionales” comenzaron a ser respondidos, y pronto todo el
territorio quedó sometido a campañas cruzadas de asesinatos y saqueos.
Apenas retirado el ejército de Taboada (que arreó
cuanto ganado encontró en su camino), las montoneras de Elizondo y Zalazar
tomaron La Rioja, y Varela ocupó la ciudad por algo más de una semana. Pero no
se quedó a esperar a Taboada, que avanzaba nuevamente hacia el sur, y
nuevamente se retiró hacia Chilecito, siendo
derrotado en camino hacia allí.
Sin esperanza alguna, mandó a Medina de regreso a
Chile y huyó hacia la Puna. Cuando sus enemigos contaban que ya estaba asilado
enBolivia, reapareció sin aviso en los Valles Calchaquíes, provincia de Salta.
A principios de octubre logró avanzar hacia el centro de esa provincia,
perseguido por el coronel Octaviano Navarro, un viejo aliado del Chacho,
al que (pocas semanas antes) Varela todavía confiaba en hacer que se uniera a
la revolución. Curiosamente, Navarro lo persiguió de cerca pero nunca lo
alcanzó, ya que ninguno de los dos quería verse obligado a la lucha.
Los habitantes de la ciudad de Salta levantaron barricadas en
las principales calles de la ciudad y se prepararon a resistir, azuzados por el
mito de la crueldad de Varela, esparcido con tesón por los liberales. Varela
los invitó a pelear fuera de la ciudad, para que ésta no sufriera los efectos
de una lucha callejera. Pero los salteños rechazaron la intimación y tras una
lucha heroica por ambas partes, que duró dos horas y media, los federales
ocuparon la ciudad. Pero perdieron en la batalla más de la mitad de sus
hombres.8
Al saber que Navarro se acercaba, Varela evacuó Salta
hacia el norte, con unos cañones que consiguió en la ciudad y menos pólvora que
la que había traído. Se dirigió a San Salvador de Jujuy,
ciudad que ocupó también brevemente. En los primeros días de noviembre entraba
en Bolivia, donde fue asilado por el presidente Mariano Melgarejo, se refugió temporariamente
en Potosí.
Sin embargo, los vaivenes de la política boliviana
agotaron rápidamente su bienvenida, y en diciembre de 1868 tomó
nuevamente el camino de Salta con un par de centenares de hombres, incitado por
el fusilamiento del caudillo riojano Aurelio
Zalazar. El 12 de enero de 1869,
un pequeño contingente nacional lo derrotó en Pastos Grandes, en la Puna, dispersando
definitivamente su tropa. Lo dejó escapar, casi con lástima.
Enfermo de tisis y
carente de apoyo, Varela se refugió en Chile. El gobierno trasandino, poco
amigo de dar albergue a un insurrecto reincidente, lo mantuvo brevemente en
observación antes de permitirle asentarse en Copiapó. El 4 de junio la enfermedad acabó con su
vida. El gobierno catamarqueño repatrió sus restos, pese a la oposición del
Ejecutivo nacional encabezado por Domingo Faustino
Sarmiento.
En agosto de 2007,
la legislatura de Catamarca solicitó al gobierno nacional el ascenso
post-mortem del coronel Felipe Varela al grado de general de la Nación.