CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO DE 1810

CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO DE 1810

miércoles, 25 de abril de 2012

CATAMARCA: UNA PROVINCIA CON HISTORIA COBRIZA Y BLANCA, FEDERAL Y CONSTITUCIONALISTA

Generalidades


Catamarca y su territorio
La Provincia de Catamarca se encuentra ubicada en el Noroeste de la República Argentina, entre los 25°12' y los 30°04' de latitud Sur, y entre los 69°03' y 64°58' de longitud Oeste. Limita al norte con la Provincia de Salta, al noreste con Tucumán, al este con Santiago del Estero, al Sudeste con La Rioja, al Sur con Córdoba y al Oeste con la República de Chile.
Más del 70 % de sus 103.754 km de superficie está cubierta por montañas, ello le otorga un rasgo distintivo, ya que la presencia de cadenas montañosas define valles y bolsones, conformando áreas agroecológicas con microclimas bien definidos.
Estas cadenas montañosas se agrupan en cuatro sistemas bien diferenciados:
• Las Sierras Pampeanas al Este y Centro de la Provincia.
• El Sistema Narváez-Famatina al Oeste.
• Zona de transición Cordillerana Catamarqueña, en el extremo Oeste hasta el
Límite con Chile.
• La Puna, que es un bloque sobre elevado, situado al noroeste de la Provincia.


Origen de la palabra Catamarca


Según Samuel Lafone Quevedo, la palabra Catamarca proviene de dos vocablos quIchuas: cata, que significa “ladera”, y marca, equivalente a “fortaleza de frontera”.
Su pasado Indígena
Antes de la conquista española, la provincia estaba poblada por diversas etnias aborígenes. En Santa María vivían los quilmes, los tolombones, los yocaviles y cerca de Amaicha, los acalianes; en Belén, los hualfines, los famaifiles y los culampajos; en Andalgalá,los andalgalás, los tucumangasta, los aconquijas, los mallis, los chauchasquis y los huasanes; en Pomán, los pomanes, los colreños, los bechas, los mutquines, los sijanes y los saujiles; en Tinogasta, los abaucanes, los pituiles, los huatungastas, los mayulucas y los fiambalaos. A menudo, el nombre de estas tribus era la extensión del nombre de un cacique o de la región que habitaba. En su conjunto formaban la parcialidad.
Hacia el noroeste de la actual capital catamarqueña habitaban otras tribus como los motigastas, en Valle Viejo; los sitguagastas y collagastas, en Piedra Blanca; los colpes y huaycamas, en Ambato; los paquilingastas, en Paclín y los alijilanes y apatamas, en Santa Rosa. Tanto estas tribus como los pueblos calchaquíes estaban hegemonizadas por la cultura diaguita, íntimamente vinculada a la incaica.
En general, las tribus catamarqueñas gozaban de un excelente desarrollo social y económico, lo que permitió mantenerse unidas, bajo ciertas formas de federación y distinguirse por la organización de sus aldeas.
Los pueblos indígenas eran expertos agricultores, como lo demuestran sus obras para contener la erosión de los cerros y su dominio de diversas técnicas de riegos. Los diaguitas no rendían culto a ningún dios determinado, sino que veneraban al sol y a los árboles, en especial al algarrobo, entre otros motivos porque gracias a sus frutos producían el pan de patay y la aloja, una bebida espirituosa y que aún hoy se produce.
Conquista y colonización
España descubrió la región a mediados del siglo XVI, cuando el capitán Diego de Almagro buscaba una vía de acceso a Chile. La primera fundación fue llevada a cabo por Juan Pérez de Zurita, quien en 1558, en el valle de Quimivil, echó los cimientos de San Juan de la Ribera de Londres, en homenaje a María Tudor, reina de Inglaterra y esposa de Felipe II, rey de España. Arrasada por los indios en 1607, la ciudad fue reconstruida poco después, con el mismo nombre. Dos décadas más tarde, los diaguitas la redujeron otra vez a escombros. El caserío volvió a ser reconstruido y nuevamente arrasado en 1633. Cincuenta años más tarde, el conquistador Fernando de Mendoza y Mate de Luna fundó una nueva ciudad, esta vez al pie del cerro de Ambato, sobre el río del Valle. Lo hizo el 5 de julio de 1683 y la llamó San Fernando del Valle de Catamarca, denominación y ubicación geográfica que conserva hasta ahora.


La Independencia y Autonomía
Catamarca no se mantuvo al margen de los cambios políticos que se operaron en el país a partir de 1810. Tampoco pudo eludir el deterioro de su economía, provocado básicamente por la política centralista de Buenos Aires. Hacia 1817, unitarios y federales ya combatían en suelo catamarqueño. En 1820 el caudillo Bernabé Aráoz fundó la República Federal de Tucumán sobre los territorios de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero, a quien, los gobernadores de Salta y Santiago del Estero - Martín Güemes y Felipe Ibarra, respectivamente - le declararon la guerra. Güemes sostenía que Aráoz le negaba auxilio para acabar con los realistas y lanzó sobre la República de Tucumán un cuerpo de ejército al mando del Coronel Alejandro Heredia, quien, a su vez, ordenó al Coronel Apolinario Saravia invadir Catamarca. De este modo, la provincia se desmembró momentáneamente de la República Tucumana. Aráoz envió a sus representantes, intimando al Cabildo Provincial a aceptar a Nicolás Avellaneda y Tula como gobernador intendente. Así sucedió; no obstante, el 25 de agosto de 1821, el propio Avellaneda proclamó la autonomía catamarqueña de sus dominadores tucumanos. Sin embargo, su gobierno no duró mucho. El 17 de octubre de ese mismo año, un golpe de estado lo derrocó, pero otro lo repuso el día 30, hasta que finalmente renunció en marzo de 1822, delegando el mando en Eusebio Gregorio Ruzo.
A partir de este momento, Catamarca gozó de relativa tranquilidad. Sin embargo, la provincia no logró unificarse hasta 1853, cuando se sancionó la Constitución Nacional. Fue en esa época que surgió con todas sus fuerzas una de las figuras claves en el proceso político catamarqueño: Fray Mamerto Esquiú.  Esquiú, llamado "el orador de la Constitución", fue el gran defensor de los intereses regionales de la provincia. Gracias a su denodada acción, y con el apoyo de Octaviano Navarro, primer mandatario provincial elegido bajo el imperio de la Constitución, Catamarca llegó a contar con una imprenta, un periódico y un hospital propios.
Un poco de Historia Económica de Catamarca
Junto a una agricultura de subsistencia se difundieron cada vez más los viñedos, que fueron sustituyendo el tradicional cultivo del algodón.
La ganadería intensificó el intercambio comercial con Chile, adonde se enviaba el ganado vacuno y con Bolivia, destino de mulares y asnales. Los cueros tenían mercado en Córdoba, Cuyo y el Litoral, también consumidores de aguardientes catamarqueños.
En 1888 se inauguró la primera red ferroviaria. Sin embargo, el encadenamiento de la economía provincial al centralismo porteño condicionó el destino de Catamarca como a "provincia pobre". Según afirma Gaspar H. Guzmán, autor de Derroteros catamarqueños, Catamarca se definió tradicionalmente por ser "una geografía y economía del Pacifico". Cuando los ferrocarriles abrieron nuevas rutas de tráfico, Catamarca quedó arrinconada.
Se fundaron los pueblos de las estaciones, que absorbieron parte de la población de la sierra. Muchos de ellos dependían para su subsistencia del agua aportada por el propio ferrocarril, como es el caso de Recreo, convertido poco después en nudo del ramal que llegó a San Fernando del Valle de Catamarca, empalmando con el que procedía de La Rioja en la estación Chumbicha.
El trazado férreo, convergente hacia la ciudad portuaria, sirvió luego de modelo para el trazado viario. La ausencia de una infraestructura adecuada frustró todos los planes de desarrollo, lo que se tradujo en un gradual despoblamiento de su territorio. Bastan unos pocos datos estadísticos para confirmar esta apreciación: en 1810, Catamarca tenía 30.000 habitantes; en 1991 su población solamente ascendió a 264.234.
El período 1937-1953 presentó una serie anormal de años secos que trajeron como consecuencia una importante reducción en los pastos naturales y en las aguadas, lo que por ende repercutió profundamente sobre todo en el desarrollo de la ganadería. Ante ese panorama, en el año 1953 el Gobierno de la Provincia decidió encarar un plan de gran alcance mediante la ejecución de una serie de obras que aprovechando los principales ríos de la región permitiese la creación de nuevas zonas de riego, como así también la distribución de agua para bebida de la ganadería. Es así que se construyeron los diques-embalses de Ipizca (Ancasti), La Carpintería (Santa Rosa), Motegasta (La Paz), Collagasta (El Alto) con sus respectivas redes de canales; el dique-embalse de Las Pirquitas construido por Agua y Energía de la Nación, y el dique Sumampa - Sauce Mayo. La ejecución de estas obras hidráulicas generó un importante proceso de colonización, a partir del cual se crean las Colonias de Achalco, Icaño, Alijilán-Manantiales, Motegasta y Los Altos en el Este catamarqueño, la Colonia de Anillaco en el Oeste las Colonias de Nueva Coneta y del Valle en el Valle Central.
Uno de los ejemplos más relevantes es el Dique de Las Pirquitas, a menos de 30 Km de la ciudad Capital, una represa reguladora cuyo espejo de agua riega una importante área de cultivo. Su presencia desempeña un importante papel en el fomento de las actividades agrícolas, entre ellas la producción de hortalizas, papa, tomate, cebolla, ajo, melón, arveja, ají, pimiento morrón, entre otras: fruto de ello ha crecido el pueblo de Nueva Coneta que abrió caminos a nuevos cultivos en tierras que, en otras épocas padecieron el flagelo de la sequía.
El Poblamiento de la Provincia de Catamarca
Se considera de gran importancia transcribir de la publicación del INDEC de 1980, una breve reseña histórica sobre el proceso de poblamiento de la Provincia de Catamarca, ya que es uno de los aspectos muchas veces consultado, particularmente por investigadores y estudiantes, y sobre el cual pueden encontrarse mayores detalles en los datos censales anteriores a 1991.
“Para describir el proceso de poblamiento de la Provincia de Catamarca no se puede partir de la llegada de las expediciones españolas. Como lo destaca Romualdo Ardissone, cuando los españoles penetraron en el valle de Catamarca, este ya estaba poblado. Lo estaban también otros lugares de la actual provincia. Arqueólogos y antropólogos han encontrado pueblos, ciudades y fortalezas que construyeron y habitaron los Diaguitas.
A ello se agrega la información histórica sobre el contacto y la lucha entre españoles y los indios. Los diaguitas resistieron tenazmente la conquista, pero poco a poco se fueron integrando a la sociedad y la cultura de los recién llegados. Ha habitado, pues, un poblamiento continuo indígena español”.
“No está determinado hasta ahora desde cuando está habitada Catamarca, ni la importancia numérica que alcanzó su población primitiva. Indudablemente el apogeo de esa cultura fue anterior a la llegada de los españoles, porque varios de los establecimientos Diaguitas encontrados estaban ya abandonados en el momento de la conquista.
El siglo XIX es de progreso para el poblamiento de Catamarca, con el florecimiento de las economías regionales. En realidad nunca creció la provincia con un ritmo mayor que entre 1812 y 1869 (crecimiento anual medio de 24%). Como también ocurrió en otras provincias de la región, la "revolución demográfica" que a partir de 1860 provocó la inmigración masiva de europeos y el consiguiente desarrollo acelerado de la región pampeana, no solo no llegó a Catamarca, sino que provocó la desorganización de su economía y el comienzo de la emigración Amílcar Razori clasifica las localidades indígenas en: poblados o núcleos permanentes (Hualfín, la Ciénaga, Ciudacita, Quimivil); poblados agrícolas, con viviendas urbanas y economía agraria (Famabalasto, Pajanco y Tuscamayo); pucarás poblados, fuertes que además albergan población (El pucará de Aconquija, Fuerte Quemado, Punta de Balasto, Guatangasta), y ciudades amuralladas, como la del Cerro Pintado de las Mojarras del Valle de Santa María. De toda la población indígena que había habitado esos pueblos y ciudades, se estima que podrían quedar a fines del siglo XVI unas 5000 personas”.
“El asentamiento español en Catamarca fue fundamentalmente distinto al que se desarrolló en casi todas las otras Provincias Argentinas originales. Estas se poblaron sobre la base de las "ciudades territoriales" que fundaban los españoles en sitios estratégicos y el poblamiento se iba realizando a partir de la ciudad. Fue el famoso método español de colonización urbana. Catamarca fue la excepción. Aquí fue primero el poblamiento de la campaña, la colonización rural de los valles. Después el conjunto de la vida del valle pide que se forme una aglomeración que le sirva de centro”.
La distribución dispersa de los habitantes a través de la provincia hace difícil estimar la cantidad de población antes del Censo de Carlos III en 1778, al constituirse el nuevo Virreinato del Río de la Plata, cuyos resultados fueron: Resultados del Censo de Carlos III. Año 1778: total de población en ciudad y campaña 15315 habitantes
Fuente: Jorge Comadrán Ruíz, “Evolución Demográfica Argentina durante el Período Hispano (1535-1810).


CELEBRIDADES CATAMARQUEÑAS



 Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú nació el 11 de mayo de 1826 en la localidad de Piedra Blanca en la provincia de Catamarca, Hijo de Santiago Esquiú, soldado catalán enviado por España al Río de la Plata que combatió en el alto Perú hasta ser hecho prisionero por los patriotas; su madre María de las Nieves Medina criolla catamarqueña.  Su madre le impuso el nombre de Mamerto de la Ascensión, en homenaje al día en que nació: San Mamerto y el misterio de la Ascensión del Señor, que ese año había caído el mismo día.
Desde los cinco años comenzó a usar, por intermedio de su madre, el hábito franciscano que no lo abandonó en toda su vida, como promesa de su delicado estado de salud. Ingresó al noviciado del convento franciscano catamarqueño el 31 de mayo de 1836 y al cumplir 17 años se ordenó sacerdote celebrando su primera Misa el 15 de mayo de 1849.
Se dedicó fervientemente a la educación siendo maestro de niños y catedrático en el Convento a lo cual dedicó mucho entusiasmo además de fervorosas homilías.
Luego de la cruenta Guerra Civil, el 9 de julio de 1853 predicó su famoso Sermón de la Constitución, donde pidió concordia y unión para los argentinos, alcanzando trascendencia nacional. En este discurso Esquiú dejó asentadas muchas verdades, enseñanzas luminosas y una doctrina jurídica y sociológica sólida.
El 28 de marzo de 1854 pronuncia un nuevo sermón con motivo de la asunción de las autoridades nacionales.
Después de este sermón su fama creció y el 2 de mayo el Gobierno Federal lanzó un decreto por el que se disponía la impresión por separado de los dos sermones patrios y su envío en número suficiente al autor y a todas las autoridades civiles y eclesiásticas de la Confederación, al mismo tiempo que se pedía un ejemplar autógrafo de ambos, para ser depositados en el Archivo Nacional.
En 1855 es vicepresidente de la Convención que le debía dar a la provincia su constitución y el 25 de mayo de 1856 pronuncia un nuevo sermón con motivo de la instalación del gobierno provincial.
Ese mismo año y accediendo a los reclamos populares, es elegido diputado de la Legislatura provincial por el departamento Valle Viejo. Fray Mamerto fomentó, inspiró y ejecutó la industria minera, la creación de la renta pública, la instalación del alumbrado público, la erección de escuelas, la introducción de la imprenta, etc.
En esta parte de su vida asume el periodismo como un modo más de expresión de su personalidad. El primer periódico catamarqueño denominado El Ambato, contuvo los primeros ensayos de Esquiú. Artículos sobre la Religión y La Patria, La Inmigración, La Educación y otros mostraban sus intereses y su profunda vocación patriótica.
Esquiú además, recalcaba la función de cada uno dentro de la comunidad y para poder cumplimentarla se debía tener en cuenta
1- Saber y Calcular   2- Dedicarse a sancionar lo justo y lo bueno   3 - No flaquear antes las amenazas de la tiranía y el despotismo o ante la seducción de la demagogia     4- Sacrificar las afecciones privadas en aras del bien común .

El 1º de mayo de 1875 dejaba para siempre Tarija, teniendo como meta Catamarca a donde llegó el 21 de setiembre.
En las fiestas de San Francisco y de Santa Teresa, volvió a predicar frente a su pueblo.
El 24 de setiembre le fue solicitado una prédica con motivo de la realización de una misa en acción de gracia por la inauguración de la Convención Constituyente que se abocaba a la reforma de la Constitución Provincial.
El 4 de febrero de 1876, después de finalizar todo lo necesario para cumplir con su proyectado viaje a Tierra Santa, emprende el recorrido desde Catamarca. Primero Córdoba y después Rosario y el convento histórico de San Lorenzo; de allí se trasladó a Montevideo. Finalmente el 21 de marzo embarca para Europa pasando por Río de Janeiro.
El 24 de abril desembarca en Marsella y de allí parte a Génova desde donde se dirige a Roma el 28.
El 8 de junio parte a Nápoles y desde ahí pasa a Alejandría, para llegar el 27 a Jerusalén.
El General de la Orden lo llama a Roma, alejándose el 8 de diciembre de 1877 después de casi un año y medio de estadía en Palestina. La misión que le encomendara el General era el restablecimiento de la vida según el ideal de San Francisco, como un humilde obrero.
El 22 de enero se dirigió por brevísimo tiempo a Asís.
El 25 vuelve otra vez a Roma, donde en el mes de abril conoce al nuevo Papa, León XIII.
Génova lo vio partir el 2 de mayo.
Fray Mamerto Esquiú fue consagrado obispo de Córdoba el día 12 de diciembre de 1880, y tomó posesión de su sede episcopal el día 16 de enero del año siguiente aunque siempre creyó no corresponderle la dignidad episcopal.
Fray Mamerto Esquiú murió humildemente el 10 de enero de 1883 en la localidad catamarqueña de El Suncho.
 Mientras sus restos mortales descansan en la catedral de Córdoba, el corazón "incorrupto" del religioso permanece en el convento franciscano de Catamarca
Ha sido considerado “Patrono de los Abogados Constitucionalistas”
Fue declarado Siervo de Dios en 2005 y su causa de beatificación sigue avanzando.


Felipe Varela
Nació en Huaycamadepartamento de Valle Viejoprovincia de Catamarca1821 – falleció en ÑantocoChile; el 4 de junio de 1870), estanciero y militar argentino, líder del último pronunciamiento de los caudillos del interior contra la hegemonía política conquistada por la provincia de Buenos Aires en la batalla de Pavón. Contrario a la Guerra del Paraguay o Guerra de la Triple Alianza, fue apodado el Quijote de los Andes por el desafío que planteó al gobierno central con un reducido ejército de menos de 5.000 hombres, hizo frente a éste en la región andina y cuyana durante varios años. Finalmente derrotado, murió exiliado en Chile.
La figura de Varela, como tantas otras de la época, resulta fuertemente controvertida; los historiadores revisionistas han reivindicado su oposición a Bartolomé Mitre y a la Guerra del Paraguay. Otros autores han apreciado la lucidez del Manifiesto con el que proclamó su oposición a Mitre, una de las expresiones más acabadas y expresivas del ideario federal.
Sus inicios de combatiente federal
Nacido en el año 1821, posiblemente el 11 de mayo. Fue bautizado con el nombre de Juan Felipe por el Pbro. Francisco Jacobo de Acuña en la capilla de San Isidro, actual departamento Valle Viejoprovincia de Catamarca, el 9 de junio de 1822 de 1 año de edad, actuando como padrinos del futuro caudillo: Valentín Castro y una hermana del Pbro. Acuña, Juana Antonia Acuña. Era hijo del caudillo federal Javier Varela y de María Isabel Ruarte o Rubiano (sic).1
Varela, poseedor de tierras en Guandacol (provincia de La Rioja), combatió contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas en la década de 1840. La persecución del gobernador de Buenos Aires le llevó al exilio en Chile, donde se unió al ejército de ese país; luego de la caída de Rosas, en1852, retornó sumándose al ejército de la Confederación, donde ocupó el cargo de segundo jefe de la frontera en Río Cuarto.
En 1861 peleó bajo las órdenes de Justo José de Urquiza en la batalla de Pavón, que marcó el triunfo de la facción porteña y el inicio de la hegemonía mitrista. Tras la derrota se unió a las filas del Chacho Peñaloza en su sublevación contra las autoridades nacionales.
Como protegido del Chacho, fue nombrado jefe de la policía en La Rioja. En 1863 invadió la provincia de Catamarca, y luego combatió contra las fuerzas de Wenceslao Paunero en las batallas de Las Playas y Lomas Blancas. Después del asesinato de Peñaloza, Varela se refugió enEntre Ríos, donde fue edecán del gobernador Urquiza. Un año más tarde volvió a Chile.
Allí se puso en contacto con la llamada Unión Americana, una red de corresponsales de los círculos intelectuales de esa época, formado para repudiar los ataques europeos contra Perú, y que había protestado enérgicamente por el apoyo argentino y brasileño a la revolución deVenancio Flores en el Uruguay.2 También acusaba al Brasil y al gobierno argentino por causar la guerra del Paraguay.
La revolución de los colorados
A través de la Unión Americana, Varela comprendió en profundidad el proceso político en que estaba sumergido su país, y se puso a organizar una campaña militar para regresar. Durante muchos meses no pudo hacer nada, ya que no tenía dinero. Pero algún oficial chileno decidió que atacar a la Argentina era una buena idea en ese momento, y sin permiso superior puso a disposición de Varela algunos soldados. Nombró jefe de ese cuerpo a un comandante Medina, al frente de unos 150 soldados chilenos con armas automáticas, muy pocas pero muy efectivas.3
Acérrimo opositor al gobierno de Buenos Aires, Varela percibió la impopularidad de la guerra del Paraguay y decidió intervenir nuevamente. Provisto de buena inteligencia sobre las decisiones diplomáticas tras la creación de la Triple Alianza y las motivaciones de Mitre, liquidó sus posesiones para equipar un par de batallones de exiliados, así como combatientes chilenos afines a su causa. A fines de 1866, Varela ya había decidido ingresar a su país, lo que hubiera sido una locura sin apoyo interno. Pero en su ayuda llegó la Revolución de los Colorados.
En noviembre estalló en Mendoza una sublevación de las tropas que debían partir a la guerra del Paraguay, dirigida por el coronel Juan de Dios Videla. Liberaron a los presos de la cárcel, entre los cuales se hallaba el doctor Carlos Juan Rodríguez, un federal sanluiseño a quien Videla hizo nombrar gobernador de Mendoza. En dos días controlaron toda la provincia. Pocos días después derrotaron al coronel Pablo Irrazábal, el asesino de Peñaloza. De allí pasó Videla a la provincia de San Juan, donde derrotó y expulsó al gobernador y ocupó su lugar a principios de enero de 1867, y enseguida derrotó al coronel Julio Campos, gobernador unitario de la provincia de La Rioja en la batalla de Rinconada del Pocito.
El mando militar de la revolución quedó en manos del coronel Felipe Saá, que recuperó la provincia de San Luis. En muy poco tiempo habían tomado el poder en todo Cuyo. Y contaban con el apoyo del gobernador cordobés Mateo Luque.4
Convocando a las montoneras residuales de otros caudillos muertos en todo el país más combatientes chilenos, Varela marchó sobre territorio argentino portando bandera con la consigna de ¡Federación o Muerte! .
La Rioja cayó en manos federales tras una rebeliòn militar contra el comandante Irrazábal, autor de la muerte de Chacho Peñaloza. Al poco tiempo se unieron a Varela otros caudillos menores, como Santos GuayamaSebastián Elizondo y Aurelio Zalazar, con los cuales llegó a formar un ejército de más de 4.000 hombres.5
Varela ocupó el oeste de las provincias de La Rioja, luego ocupó la ciudad de La Rioja, y volviendo hacia el oeste tras la victoria del montonero chileno Estanislao Medina sobre el ex-gobernador catamarqueño Melitón Córdoba, que murió en el combate, el 4 de marzo cerca deTinogasta,6 ocupó también los departamentos occidentales de Catamarca con una fuerza de 2.000 hombres.6 En toda esa zona, y en la mayor parte del interior del país predominaba un claro sentimiento federal. Los dos batallones con los que había partido de Chile (en los que figuraban algunos soldados y oficiales chilenos) se habían transformado en varios miles de hombres, llegando a reunir casi 5.000 montoneros, la fuerza más importante que había puesto en armas el partido federal desde la batalla de Pavón.
Ante la tibia acogida que les dispensa Urquiza, con quien contaban inicialmente para encabezar el alzamiento, planificaron las acciones desde su cuartel de Jáchal. Varela estaría encargado de alzar las provincias occidentales, mientras los Sáa y Videla avanzarían hacia el litoral, donde esperaban sumar algún dirigente federal.7 En la hipótesis más audaz, podían llegar a contar con Timoteo Aparicio en Uruguay, junto con elpartido blanco.
El sofocamiento de la rebelión
La situación era realmente peligrosa para el gobierno de Mitre, que estaba personalmente al mando de los ejércitos aliados en el Paraguay. Debió regresar a Rosario para organizar los ejércitos con que hacerles frente, al frente de los cuales colocó a José Miguel Arredondo,Wenceslao Paunero — vueltos del Paraguay — y Antonino Taboada, hermano del gobernador de Santiago del Estero.
En marzo, el ejército al mando de Paunero recibió en Rosario el moderno equipo retirado del frente paraguayo, y comenzó el avance hacia Córdoba, donde el ministro de guerra, Julián Martínez, se había trasladado para imponer la autoridad civil del gobierno central. Alertado de la marcha del ejército federal, al mando del general Juan Saá, recién llegado desde Chile, Paunero destacó a Arredondo a interceptarlos. En la madrugada del 1 de abril, las fuerzas de los montoneros y sus aliados ranqueles, que habían aportado 500 lanzas a los insurrectos, fueron derrotadas en la batalla de San Ignacio, a orillas del del río Quinto. Los federales estuvieron a punto de vencer, pero la decisiva acción de la infantería de Luis María Campos dio vuelta la batalla y los federales fueron destrozados.
Todos sus dirigentes huyeron a Chile. Pero Varela estaba aún muy lejos como para enterarse de lo que ocurría. Avanzó hacia la ciudad deCatamarca, pero estaba ya por llegar cuando se enteró de que Taboada había ocupado La Rioja. Cometió entonces un error muy grave, contramarchando hacia La Rioja para hacerle frente.
Enviando recado a Taboada para sugerirle combatir fuera de la ciudad, con la intención de reducir los daños civiles, Varela avanzó hacia La Rioja. Pero no tuvo en cuenta el aprovisionamiento de agua en ese desierto, y Taboada aprovechó cabalmente ese error: se ubicó en el llamado Pozo de Vargas, la única fuente de agua entre Catamarca y La Rioja, y allí esperó a Varela. Al llegar, éste decidió que no podía seguir sin dar agua a sus hombres, y decidió atacar. Ésta fue la batalla de Pozo de Vargas.
La carga inicial de los federales - encabezada por el chileno Estanislao Medina - fue exitosa, y los combates se prolongaron durante casi ocho horas. Pero la ubicación estratégica de los hombres de Taboada y la superioridad de su artillería impidieron a los federales llegar a su objetivo. Sin embargo, una astuta maniobra del capitán montonero Sebastián Elizondo se hizo con los animales y el parque de armas de los de Taboada, pero el rédito de la misma se vio desbaratado cuando se dio a la fuga con ellos en lugar de volver a formar filas y entrar al combate. Con menos de 180 hombres, Varela debió retirarse, dejando el campo al muy maltrecho ejército nacional.
La resistencia de Varela
Pocos días más tarde llegó a Jáchal. Allí se enteró de la derrota de Saá y reunió a sus hombres con los dispersos de éste. Pero, en lugar de huir a Chile decidió adoptar una táctica de guerrilla. El 21 de abril abandonó Jáchal ante el avance de Paunero, y se echó al monte. Desde allí hostigaría a las fuerzas regulares de sus adversarios, contando con su mejor conocimiento del terreno.
El 5 de junio, en el paraje de Las Bateas, se arrojó por sorpresa sobre el campamento de Paunero, huyendo con la caballada y la munición. El16 del mismo mes, aprovechando sus pocos medios, sorprendió en la quebrada de Miranda a un grupo de conscriptos al frente del Coronel Linares, que abandonan el bando nacional y se le unen desobedeciendo a sus oficiales. Tomó prisionero a Linares y le preguntó qué hubiese hecho si la cosa hubiera sido al revés. Éste le contestó que lo hubiera matado como a un perro; entonces Varela lo hizo fusilar… pero como a un hombre.
Esa clase de acciones se prolongaría durante meses, obligando al gobierno central a mantener en constante alerta a sus tropas en la región, bautizadas como Ejército Interior. Medina hizo lancear a Tristán Dávila, el más rico y capaz de los jefes del partido unitario de La Rioja. Después de Pozo de Vargas, la guerra comenzó a perder su carácter casi romántico: los asesinatos de los “nacionales” comenzaron a ser respondidos, y pronto todo el territorio quedó sometido a campañas cruzadas de asesinatos y saqueos.
Apenas retirado el ejército de Taboada (que arreó cuanto ganado encontró en su camino), las montoneras de Elizondo y Zalazar tomaron La Rioja, y Varela ocupó la ciudad por algo más de una semana. Pero no se quedó a esperar a Taboada, que avanzaba nuevamente hacia el sur, y nuevamente se retiró hacia Chilecito, siendo derrotado en camino hacia allí.
Sin esperanza alguna, mandó a Medina de regreso a Chile y huyó hacia la Puna. Cuando sus enemigos contaban que ya estaba asilado enBolivia, reapareció sin aviso en los Valles Calchaquíesprovincia de Salta. A principios de octubre logró avanzar hacia el centro de esa provincia, perseguido por el coronel Octaviano Navarro, un viejo aliado del Chacho, al que (pocas semanas antes) Varela todavía confiaba en hacer que se uniera a la revolución. Curiosamente, Navarro lo persiguió de cerca pero nunca lo alcanzó, ya que ninguno de los dos quería verse obligado a la lucha.
Los habitantes de la ciudad de Salta levantaron barricadas en las principales calles de la ciudad y se prepararon a resistir, azuzados por el mito de la crueldad de Varela, esparcido con tesón por los liberales. Varela los invitó a pelear fuera de la ciudad, para que ésta no sufriera los efectos de una lucha callejera. Pero los salteños rechazaron la intimación y tras una lucha heroica por ambas partes, que duró dos horas y media, los federales ocuparon la ciudad. Pero perdieron en la batalla más de la mitad de sus hombres.8
Al saber que Navarro se acercaba, Varela evacuó Salta hacia el norte, con unos cañones que consiguió en la ciudad y menos pólvora que la que había traído. Se dirigió a San Salvador de Jujuy, ciudad que ocupó también brevemente. En los primeros días de noviembre entraba en Bolivia, donde fue asilado por el presidente Mariano Melgarejo, se refugió temporariamente en Potosí.
Sin embargo, los vaivenes de la política boliviana agotaron rápidamente su bienvenida, y en diciembre de 1868 tomó nuevamente el camino de Salta con un par de centenares de hombres, incitado por el fusilamiento del caudillo riojano Aurelio Zalazar. El 12 de enero de 1869, un pequeño contingente nacional lo derrotó en Pastos Grandes, en la Puna, dispersando definitivamente su tropa. Lo dejó escapar, casi con lástima.
Enfermo de tisis y carente de apoyo, Varela se refugió en Chile. El gobierno trasandino, poco amigo de dar albergue a un insurrecto reincidente, lo mantuvo brevemente en observación antes de permitirle asentarse en Copiapó. El 4 de junio la enfermedad acabó con su vida. El gobierno catamarqueño repatrió sus restos, pese a la oposición del Ejecutivo nacional encabezado por Domingo Faustino Sarmiento.
En agosto de 2007, la legislatura de Catamarca solicitó al gobierno nacional el ascenso post-mortem del coronel Felipe Varela al grado de general de la Nación.