Generalidades
La
Ciudad de Buenos Aires o Ciudad Autónoma de Buenos Aires, también llamada
Capital Federal por ser sede del gobierno federal, es la capital de la
República Argentina. Está situada en la región centro-este del país, sobre la
orilla occidental del Río de la Plata, en plena llanura pampeana. Tiene
una población de 2.890.151 habitantes.
El
tejido urbano se asemeja a un abanico que limita al sur, oeste y norte con la
provincia de Buenos Aires y al este con el Río de la Plata. Oficialmente la
ciudad se encuentra dividida en 48 barrios. La metrópolis es una ciudad
autónoma que constituye uno de los 24 distritos en los que se divide el país.
Tiene sus propios poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además de su propia
Policía.
La
Ciudad de Buenos Aires tuvo dos fundaciones. La primera fue en 1536 por Pedro
de Mendoza, luego, abandonada en 1541 debido al asedio constante de los
nativos. La segunda fundación data en 1580 y fue realizada por Juan de Garay.
En ambas ocasiones perteneció al Virreinato del Perú del Imperio Español. En
1776 fue designada capital del recién creado Virreinato del Río de la Plata por
el rey de España. Durante la primera de las invasiones inglesas, ocurrida en
1806, la ciudad fue ocupada por fuerzas armadas inglesas y quedó por 45 días
bajo la bandera del Reino Unido. En 1810, los pobladores de la ciudad
realizaron la Revolución de Mayo, que expulsó al virrey, estableció una junta
de autogobierno y dio inicio a la guerra por la independencia de Argentina.
Durante el gobierno de Bartolomé Mitre se dictó la Ley de Compromiso, por la
cual fue la sede del gobierno nacional y, a su vez, de los poderes públicos
provinciales. Finalmente, en 1880, durante el gobierno de Nicolás Avellaneda,
fue federalizada. El Gran Buenos Aires fue uno de los principales destinos del
proceso inmigratorio que tuvo la Argentina desde fines del siglo XIX. Tras la
Reforma de la Constitución Argentina de 1994 la ciudad pudo contar con su
propia Constitución y con un gobierno autónomo de elección directa.
Toponimia
En
la primera fundación Pedro de Mendoza llamó al sitio Real de Nuestra Señora
Santa María del Buen Ayre para cumplir la promesa que hiciera a la Patrona de
los Navegantes que se hallaba en la Cofradía de los Mareantes de Triana y de la
que él era miembro. En efecto, “Buen Ayre” era la castellanización del nombre
de la Virgen de Bonaria, es decir, de la Virgen de la Candelaria a quien los
padres mercedarios habían levantado un santuario para los navegantes en Cagliari,
Cerdeña, y que era venerada también por los navegantes de Cádiz, España.
Por
muchos años se le atribuyó el nombre a Sancho del Campo, de quien Ruy Díaz de
Guzmán en su obra La Argentina manuscrita recogió la frase: ¡Qué buenos aires
son los de este suelo!, que pronunció al bajar. Sin embargo en 1892 Eduardo
Madero tras realizar exhaustivas investigaciones en los archivos españoles
terminaría por concluir que el nombre estaba íntimamente relacionado con la
devoción de los marinos sevillanos por Nuestra Señora de los Buenos Aires.
En
la segunda fundación, Juan de Garay le da al nuevo asentamiento el nombre de
Ciudad de la Trinidad. La razón sería que la festividad más importante cercana
a la fecha había sido la de la Trinidad o, según algunos historiadores, porque
la nave ancló el día de dicha festividad. Pero al puerto le dio el nombre de
Puerto de Santa María de los Buenos Ayres. Sin embargo los designios del
vizcaíno no tuvieron éxito ya que a pesar de que jamás hubo disposición oficial
alguna que cambiara su nombre, el uso inapelablemente consagró desde el primer
momento el nombre de Buenos Aires para la ciudad.
En
la Argentina suelen referirse a la ciudad con distintas denominaciones además
de Buenos Aires. El nombre de Capital Federal ("Cap. Fed.") es uno de
los más utilizados —sobre todo para diferenciarla de la provincia homónima—, en
alusión a la condición de distrito independiente que adquirió con la ley de
Federalización que promulgara Julio Argentino Roca. Muchas veces también se
utiliza el término "Ciudad de Buenos Aires", o sencillamente
"Buenos Aires", aunque este último se presta a confusión con la
provincia lindante.
El
nombre de Ciudad Autónoma de Buenos Aires ("CABA") es uno de los
títulos que oficialmente le dio la Constitución de la Ciudad sancionada en
1996. Informalmente suele denominársela Baires, apócope de la forma original,
común dentro de la ciudad (especialmente entre los jóvenes) pero poco utilizada
en el interior del país. Poéticamente se le han atribuido numerosos nombres,
tales como la París del sur por su belleza arquitectónica y su carácter
cultural, o la Cabeza de Goliat según un ensayo de Ezequiel Martínez Estrada,
en alusión a su tamaño e influencia desproporcionada sobre el resto del país o,
en razón de su ubicación y prestigio; la Reina del Plata.
Ubicación
La
Ciudad de Buenos Aires se encuentra en Sudamérica, a 34° 36' de latitud sur y
58° 26' de longitud oeste, en la margen del Río de la Plata. Frente a sus
costas se encuentra Colonia del Sacramento, y más lejos, Montevideo, la capital
de Uruguay, a sólo 220 km (45 min en avión ó 2.30 h en barco). A 1065 km (1.45
h de avión) se encuentra Asunción, capital del Paraguay; a 1139 km (2 h de
avión), Santiago, capital chilena; y un poco más lejos, a 1719 km (3 h de avión),
se encuentra São Paulo, la otra gran metrópolis de América del Sur.
Límites
El
Río de la Plata (al este y al norte) y el Riachuelo (al sur) son los límites
naturales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El resto del perímetro está
rodeado por la colectora externa de la Avenida General Paz, autopista de 24 km
de extensión que circunvala la ciudad de norte a oeste; existe un pequeño tramo
de no más de 2 km comprendido entre la Avenida Intendente Cantilo y el Río de
la Plata donde el límite con la provincia de Buenos Aires en parte es la línea
imaginaria de la prolongación de la Av. General Paz y otro tramo el arroyo
Raggio, este sector corresponde al límite entre el Parque de los Niños y el
Paseo de la Costa. Esto se debe a que la Av. General Paz no finaliza en la
costa del río sino en la Av. Intendente Cantilo. Esta avenida enlaza de manera
rápida la ciudad con el resto del Gran Buenos Aires, una franja de alta
concentración de habitantes y fuerte actividad comercial e industrial. Excepto
su límite oriental con el Río de La Plata, todos los otros límites indicados de
la ciudad separan su jurisdicción de la correspondiente a la provincia de
Buenos Aires.
Hidrografía
La
región estaba antiguamente atravesada por diferentes arroyos y lagunas, algunos
de los cuales fueron rellenados y otros entubados. Entre los arroyos de
importancia están los Terceros (del Sur, del Medio y del Norte), Maldonado,
Vega, Medrano, Cildáñez y White. En 1908 muchos arroyos fueron encauzados y
rectificados, ya que con las crecidas causaban daños a la infraestructura de la
ciudad. Fueron canalizados pero se mantenían a cielo abierto, construyéndose
varios puentes para su cruce. Finalmente en 1919 se dispuso su canalización
cerrada, pero los trabajos comenzaron recién en 1927, terminando algunos en
1938 y otros, como el Maldonado, en 1954.
Relieve
La
ciudad se encuentra casi en su totalidad en la región pampeana, salvo algunas
zonas como la Reserva Ecológica de Buenos Aires, la ex Ciudad Deportiva de Boca
Juniors, el Aeroparque Jorge Newbery, o el barrio de Puerto Madero, que se
hallan emergidas artificialmente mediante el relleno de las costas del Río de
la Plata.
El
límite original de la costa con el río estaba dado por una serie de barrancas,
surgidas por las variaciones del nivel del mar (y del estuario del Plata) hace
miles de años. La serie de arroyos implicaba la existencia de zonas más
deprimidas que otras, conocidas como "valles de inundación". De tal
modo, el territorio poseía suaves ondulaciones interrumpidas por el sur, ante el
amplio valle de inundación correspondiente al Riachuelo. La zona más elevada se
encuentra en el barrio de Monte Castro.
Clima
El
clima de la ciudad es templado pampeano (húmedo). Considerando el período
1961-1990, normalmente empleado para designar los promedios climáticos, la
temperatura media es de 17,6 °C y la precipitación anual es de 1146 mm. A lo
largo del siglo XX las temperaturas de la ciudad han aumentado
considerablemente debido a la isla de calor (desarrollo urbano), siendo
actualmente 2 °C superior al de regiones cercanas menos urbanizadas. Las
precipitaciones también se han acrecentado desde 1973, como ya ocurrió en el
anterior hemiciclo húmedo: 1870 a 1920.
Si
bien los días cubiertos son más frecuentes en invierno, cuando más llueve es en
verano, época en que se desarrollan tormentas a veces muy intensas, por lo que
enormes cantidades de agua caen en poco tiempo. En invierno son más comunes
lloviznas débiles pero continuas. De todos modos no puede decirse que haya
estacionalidad de lluvias. Los veranos son cálidos, con un promedio de enero de
24,5 °C. La elevada humedad suele volver sofocante al tiempo. La humedad
relativa promedio anual es del 71,4%.30 Los inviernos son suaves, con una
temperatura promedio de julio de 11 °C. Raramente se dan temperaturas
inferiores a 0 °C o superiores a 36 °C. Las nieblas, otra característica de
Buenos Aires, se han vuelto infrecuentes, con pocos días al año.
Historia
Desde su fundación hasta 1810
El 3
de febrero de 1536, el español Pedro de Mendoza, estableció el asentamiento al
que le dio el nombre de Nuestra Señora del Buen Ayre en una región habitada por
aborígenes pampas conocidos como querandíes. Después de hambrunas y conflictos
con los querandíes, la posición fue finalmente abandonada y destruida por los
propios españoles en 1541.
El
11 de junio de 1580, Juan de Garay fundó la Ciudad de La Santísima Trinidad y
Puerto de Santa María del Buen Ayre, con el reparto de tierras entre él, su
esposa, y otros 63 colonos, a los que también asignó familias guaraníes, en un
sitio presumiblemente cercano al de Mendoza. El motivo de esta fundación queda
explicado por las palabras de Juan de Matienzo, oidor de la Audiencia de
Charcas, quien en 1556 mencionó la necesidad de abrir una puerta a la tierra,
es decir, darle una salida al Atlántico a todo el territorio que existía desde
Potosí hacia el sur. En esta ocasión los nativos querandíes, comandados por
Tububá, fueron diezmados hasta exterminar su cultura.
España
privilegiaba los puertos sobre el Pacífico y por lo tanto marginaba a Buenos
Aires, que sólo recibía dos navíos de registro por año, y hubo lustros en los
que no llegó ninguno. Esto llevó a que los habitantes (apenas unos 500 en 1602)
buscaran burlar la ley y vivir del contrabando, que venía fundamentalmente desde
Brasil. En 1680 los portugueses,
recientemente independizados de España, llegaron con una expedición a Colonia
del Sacramento, en la costa opuesta del Río de La Plata, pretendiendo
establecerse en ese territorio, hasta entonces de aquel país. El gobernador de
Buenos Aires, José de Garro, después de enviarle un ultimátum, rechazado por
los portugueses, para que se retiraran, reunió a los habitantes (tres mil
hombres venidos de las ciudades más cercanas) y con su apoyo organizó un
ataque, comandando a los guaraníes asignados. El resultado fue una contundente
victoria, que le permitió a Buenos Aires adquirir un mayor prestigio.
En
1776 fue nombrada capital del Virreinato del Río de la Plata. Las causas
principales de esta decisión fueron: la necesidad de frenar el avance
extranjero en la zona, intentar terminar con el contrabando, y por ser el lugar
por el que tenía más fácil acceso España desde el Atlántico. Comienza así un
período de gran prosperidad, pues la ciudad fue beneficiada por la Corona
española con un tipo de comercio más abierto, flexible y liberal, dado por el
Reglamento de Libre Comercio. Podía introducir mercaderías de cualquier región,
y conectarse con otros puertos, sin pedir permiso a las autoridades reales. De
esta manera cortó con su dependencia política y comercial de Lima. La ciudad
vivió un exponencial progreso entre 1780 y 1800, recibiendo además una fuerte
inmigración, fundamentalmente de españoles, y en menor medida de franceses e
italianos; y se pobló fundamentalmente de comerciantes y unos cuantos
estancieros.
Desde
su creación hasta 1807 la ciudad sufrió varias invasiones. En 1806, Gran Bretaña se había interesado en
las riquezas de la región y España estaba aliada a Francia, enemigo de aquel
imperio. El 27 de junio el mayor general inglés William Carr Beresford se
apoderó de Buenos Aires, casi sin resistencia, pues no existía un ejército
fuerte y organizado. Tomó el gobierno pero fue derrotado el 12 de agosto de
1806 por un ejército proveniente de Montevideo comandado por el francés
Santiago de Liniers. En 1807 una segunda expedición inglesa al mando de John
Whitelocke tomó la plaza fuerte de Montevideo y permaneció en este enclave por
varios meses. El 5 de julio de 1807, Whitelocke intentó ocupar Buenos Aires,
pero sus habitantes y las milicias urbanas, ahora organizadas —y una vez más
con ayuda de Liniers— derrotaron a los ingleses. La resistencia del pueblo y su
participación activa en la defensa y la reconquista aumentó el poder y la
popularidad de los líderes criollos, al tiempo que incrementaba la influencia y
el fervor de los grupos independentistas. Buenos Aires ganó en poder militar
(conformado principalmente por criollos) y prestigio moral. Paralelamente,
quedó en evidencia la insuficiencia de la metrópoli en cuanto a enviar tropas
que pudiesen defender a sus colonias, ahora deseadas con avidez por otras
potencias emergentes. Todo esto, y la llegada de ideas liberales y
fundamentalmente la ocupación de España por el ejército napoleónico, permitió
la creación de movimientos emancipadores, que desataron en 1810 la Revolución
de Mayo y la creación del primer gobierno patrio.
Como
consecuencia de esto se produjo la deposición del poder de los españoles por
parte de los criollos. La ciudad, de unos 40.000 habitantes, se transformó en
un importante puerto consumidor de productos manufacturados que provenían
principalmente de Gran Bretaña y se produjo el desmembramiento del Virreinato
del Río de la Plata. Buenos Aires se constituyó en un primer momento en centro
hegemónico.
Hasta fines del siglo XIX
El
gobierno que sucedió al virrey, la Primera Junta, consideró que tenía todos los
poderes de aquel. Lo mismo entendieron los gobiernos que le sucedieron (Junta
Grande, Primer y Segundo Triunvirato, y Directorios). La Primera Junta pretendió
además designar a los gobernadores-intendentes, enviar ejércitos y recaudar los
derechos de aduana. Esto hizo que el resto del virreinato sintiera que la
revolución sólo había sustituido el poder central del virrey por el de Buenos
Aires, sin obtener ninguna ventaja.
En
1815 las provincias se rebelaron contra el gobierno central al ser designado
Carlos María de Alvear como Director Supremo. Éste fue depuesto tres meses
después, lo que obligó a insuflar un nuevo motivo de fervor por la Revolución.
Así surgió la necesidad de declarar, en el Congreso de Tucumán de 1816, lo que
ya era un hecho: la independencia del virreinato con respecto a España. Aquel
congreso se trasladó luego a Buenos Aires, y elaboró la Constitución de 1819,
que no funcionó y fue desechada por los federales. Al año siguiente las fuerzas
federales derrotaron al Directorio y se creó la Provincia de Buenos Aires,
siendo su primer gobernador Manuel de Sarratea quien firmó con los vencedores
el Tratado del Pilar. Luego de un período de inestabilidad Martín Rodríguez fue
designado gobernador y sus ministros,
entre los que se destacaba Bernardino Rivadavia, iniciaron un período de orden
y reformas: se creó el Registro nacional, se fundó la Administración de Vacuna
y el Archivo General de Buenos Aires y se inauguró la Bolsa Mercantil. En el
aspecto cultural se destacó la inauguración de la Universidad de Buenos Aires y
se creó la Sociedad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
A
fines de 1824 se reunió un congreso para redactar una constitución nacional
pero a los pocos meses estalló la Guerra del Brasil, lo que obligó a formar un
ejército urgentemente, y se pensó que también se tenía que formar un Poder
Ejecutivo Nacional para unificar el mando militar. De modo que, sin empezar
siquiera a discutir una constitución que le diera marco legal al cargo, el 6 de
febrero de 1826 se sancionó la ley de presidencia, creando un Poder Ejecutivo
Nacional Permanente, con el título de «Presidente de las Provincias Unidas del
Río de la Plata. Se nombró a Rivadavia como el primer presidente en febrero de
1826, lo que no fue bien recibido en las provincias.
Rivadavia
presentó a ese Congreso un proyecto de capitalización de Buenos Aires, la
ciudad y gran parte de la campaña circundante se proclamaba capital del Estado.
El federalismo porteño se opuso, en defensa de las instituciones de las
provincias garantizadas por la ley fundamental, en especial el puerto y la
aduana, principal fuente de recursos de la provincia. No obstante, la ley fue
sancionada en 1826. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Las Heras,
cesó en su cargo por decreto del Poder Ejecutivo. La Junta de Representantes
fue disuelta, y se nacionalizaron el ejército de la provincia, las tierras
públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales. Los hacendados,
alarmados por las consecuencias que podía tener la capitalización, dejaron de
apoyar a Rivadavia, y este quedó políticamente aislado. Tres meses luego la
Constitución de 1826 se aprobó pero las provincias la rechazaron.
Mientras
tanto, en 1825, desembarcó en la Banda Oriental la expedición libertadora de
Juan Antonio Lavalleja y sus Treinta y Tres Orientales y luego de poner sitio a
Montevideo reunieron un congreso que declaró que la Provincia Oriental se
reincorporaba a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Durante
la llamada «época de Rivadavia» la ciencia y la cultura prosperaron
significativamente. Su impulso reformista dio a la vida intelectual una
dinámica desconocida hasta entonces, creando un clima propicio que fructificó
en diversos campos a través de la obra personal de muchos individuos.
Las
medidas centralistas incrementaron la enemistad de las provincias con su
gobierno y la guerra con el Brasil agotó los recursos. Rivadavia tuvo que
renunciar y se exilió en Inglaterra. Así, el régimen presidencial concluyó y
nuevamente cada provincia se gobernó por sus propias instituciones confiando en
Buenos Aires el manejo de las Relaciones Exteriores. La mayoría de los
protagonistas comprometidos con el régimen caído emigró, empobreciéndose el que
hacer intelectual de tendencia europeizante, principalmente en Buenos Aires.
Se
abrió entonces un período de cuestionamiento a los supuestos que hasta entonces
habían fundamentado las relaciones porteñas con el resto del país. En 1829,
Juan Manuel de Rosas llegó al poder después de derrotar al Partido Unitario. En
1831 derrotó al ejército unitario y dejó el gobierno en 1832 para volver en
1835, asegurándose la suma del poder público, encabezando una coalición formada
por la mayor parte de la elite federal y tradicionalista de la ciudad.
Rivadavianos y unitarios se vieron obligados a emigrar.
El
censo de 1836 realizado en la ciudad a pedido de Rosas indicaba que había
62.000 habitantes. En 1852 ya había 85.000 en 350 manzanas edificadas.
Rosas
sancionó una Ley de Aduanas que protegía la producción de las provincias, pero
aumentaba notablemente los ingresos de Buenos Aires. En esta época la ciudad
enfrentó airosamente el Bloqueo francés y el Bloqueo anglofrancés.
Al
derrotar Urquiza a Rosas en la batalla de Caseros, este último se exilió en
Inglaterra, y así en Buenos Aires el centro de poder político quedó en manos de
liberales y unitarios. Vicente López y Planes fue designado gobernador
provisorio de la provincia de Buenos Aires y por el Acuerdo de San Nicolás la aduana
de la ciudad fue nacionalizada, y sus ingresos manejados por Urquiza, al
designárselo Director de la Nación.
Pero
la Legislatura de Buenos Aires, gracias al alegato de Bartolomé Mitre, rechazó
el acuerdo, lo que provocó la renuncia del gobernador López. Urquiza pretendió
asumir la conducción de Buenos Aires, pero los porteños, tras la revolución de
septiembre de 1852 retomaron el control de la ciudad.
De
esta manera, si bien el Estado de Buenos Aires no se declaró libre, se apartó
del resto de las trece provincias que conformaron la Confederación Argentina.
A
partir de Caseros la ciudad se abrió hacia la inmigración. Miles de europeos,
especialmente de Italia y España le cambiaron la fisonomía a la ciudad y a su
idiosincrasia. Se realizaron construcciones de todo tipo, incluyendo el primer
ferrocarril de la Argentina, que unía la ciudad con el pueblo de Flores, que en
aquel entonces estaba en la provincia. Los palacios y casas fueron construidos
u ornamentados al estilo italiano, reemplazando al "estilo colonial".
La
fundación en 1854 de la Municipalidad permitió ordenar la ciudad. Pero la falta
de higiene era un gran problema y fue recién después de la epidemia de fiebre
amarilla de 1871 que diezmó literalmente la población que se mejoró el problema
del agua corriente y se mejoraron las condiciones de vida de la población, que
en algunos lugares vivía hacinada y en 1875 se creó el amplio espacio verde del
Parque Tres de Febrero.
Durante
el largo proceso que llevó a la creación del Estado Nacional Argentino, Buenos
Aires fue elegida lugar de residencia del Gobierno Nacional, aunque éste
carecía de autoridad administrativa sobre la ciudad, que formaba parte de la
provincia de Buenos Aires. La necesidad del gobierno nacional de federalizarla,
sumada al movimiento de tropas ordenado por el gobernador de la provincia,
Carlos Tejedor, produjo en 1880 una serie de enfrentamientos que terminarían
con la derrota de la provincia de Buenos Aires y la federalización de la
ciudad. Posteriormente, la provincia cedió los partidos de Flores y Belgrano,
que fueron anexados al territorio de la Capital Federal, recibiendo a cambio
una compensación económica.
En
1882 el Congreso Nacional creó las figuras del Intendente y el Concejo
Deliberante de la Ciudad. El intendente no era elegido por voto popular, sino
que era designado por el Presidente de la Nación en conformidad con el Senado.
El primero en ejercer el nuevo cargo fue Torcuato de Alvear, designado en 1883
por Julio A. Roca. En cambio el Concejo Deliberante sí era votado por los
habitantes.
Además
la ciudad se volvió cosmopolita, a diferencia del resto del país, y desarrolló
una potencialidad financiera y cultural. La Nación hizo todo lo posible por
agrandar y embellecer la ciudad que ahora le pertenecía. De 337.617 habitantes
en 1880, la ciudad pasó a tener en 1895 649.000 de los que sólo 320.000 eran
nativos.
Hasta la actualidad
·
Hacia
fines del siglo XIX y principios del siglo XX la ciudad sufrió una
transformación importante; la prosperidad económica que atravesaba el país
sumada a las preparaciones para el I Centenario que se celebraría en 1910
permitieron que la infraestructura
urbana se desarrollara. Se mejoraron los servicios públicos y en 1913 contó con
el primer subterráneo de Iberoamérica. En lo urbanístico se modificó en
estilos, edificios altos y en la traza urbana. Se discutieron y formularon
planes para hacer de la metrópolis el símbolo de una nueva y progresista
nación.
·
El
aumento del tráfico comercial requería la construcción de un nuevo puerto en la
ciudad. Eduardo Madero había presentado varios proyectos para su construcción
en 1861 y 1869, pero fue en 1882 cuando su proyecto es aceptado gracias a su
tío Francisco Madero, vicepresidente de la Nación durante la primera
presidencia de Julio Argentino Roca. El puerto fue inaugurado en 1884, pero la
dársena norte y el dique 4 fueron inaugurados recién en 1897. Este puerto tuvo
muchas deficiencias; por lo que en 1908 el Congreso de la Nación estableció la
construcción del Puerto Nuevo, que fue inaugurado en forma provisoria en 1919,
compuesto por dársenas abiertas y ubicado al norte de la Avenida Córdoba.
·
Pero
no todo era prosperidad en la ciudad de Buenos Aires. Los festejos del
Centenario se desarrollaron bajo estado de sitio, declarado a raíz de la huelga
general sucedida el año anterior luego de la sangrienta represión en Plaza
Lorea a una manifestación anarquista, que dejó 8 muertos y más de 100 heridos,
y que luego se daría a conocer como la “Semana Roja”. En enero de 1919 fueron
asesinados 700 obreros y hubo cerca de 4000 heridos luego de un conflicto
desatado a raíz de una huelga en los talleres metalúrgicos Pedro Vasena e
Hijos, hecho que sería recordado como la “Semana Trágica”.
·
Desde
1895 a 1914, a raíz de la llegada de las grandes corrientes inmigratorias, la
ciudad creció con una de las tasas anuales más grandes del mundo y en 1914 era
la duodécima ciudad más grande del mundo con 1.575.000 habitantes, y también
creció cultural y comercialmente.
·
Esta
inmigración provocó cambios en la fisonomía de la ciudad. Era frecuente la
construcción de conventillos, viviendas precarias que eran alquiladas a los
recién llegados, quienes debían convivir en una situación de hacinamiento y
falta de higiene. También comenzaron a formarse las primeras villas de
emergencia, que si bien se desarrollaron a partir de la década de 1930, existían
desde fines del siglo XIX.
·
Durante
finales del siglo XIX y principios del siglo XX existió un gran desarrollo del
sistema tranviario. La primera línea de tranvía fue inaugurada el 14 de julio
de 1863. Para la década de 1920 la red contaba con 875 km de líneas, 3.000
vehículos y 12.000 empleados. El sistema continuó funcionando hasta el 19 de
febrero de 1963,73 luego de lo cual la ciudad se queda sin tranvías hasta que
se inaugura el PreMetro el 27 de agosto de 1987, salvo por un servicio
histórico que funciona en el barrio de Caballito los feriados y fines de semana
desde 1980 —el "Tramway Histórico de Buenos Aires"— proporcionado por
la Asociación Amigos del Tranvía.
·
En
1936 se construyó el Obelisco y el año siguiente se inauguró el primer tramo de
la Avenida 9 de Julio, cuya extensión sería ampliada varias veces en las
décadas siguientes.
·
En
1941, tras 4 años de obras, se inauguró la Avenida General Paz. Desde ese
entonces, le sirve de límite con la Provincia de Buenos Aires, si bien dichos
límites habían sido fijados por ley en 1887.
·
Durante
los gobiernos de la Revolución del 43 y los mandatos de Juan Domingo Perón, a
raíz de un fuerte proceso de migración interna, la ciudad aumentó su población
tanto dentro de sus límites administrativos como en los partidos de la
provincia de Buenos Aires lindantes con la misma, lo cual llevó a la
conformación de la megaciudad conocida como Gran Buenos Aires.
·
En
1955 la ciudad sufrió el bombardeo de la Plaza de Mayo por un grupo de
militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Juan Domingo Perón con
la intención de derrocarlo. En el hecho murieron 308 personas y hubo más de 700
heridos.
·
Hacia
1976 (plena dictadura militar), con vistas a un parque automotor en constante
expansión, fue ideado el Plan de autopistas urbanas, firmemente ejecutado por
el intendente Cacciatore, que contemplaba una red de autopistas con peaje. La
construcción comenzó en 1978, y las autopistas 25 de Mayo y Perito Moreno
fueron finalmente inauguradas el 6 de diciembre de 1980. Una importante
cantidad de terrenos fueron expropiados, en muchos casos de manera forzada, y
con profundo malestar y rechazo de gran parte de los vecinos afectados. Muchos
de ellos fueron trasladados a barrios construidos por proyectos estatales de
vivienda. Otras obras fueron comenzadas y luego abandonadas, y dichos terrenos
fueron ocupados ilegalmente.
·
El
17 de marzo de 1992 a las 14:45 horas, un coche bomba explotaba contra el
edificio de la Embajada de Israel causando 29 muertes, pero no sería el único,
ya que el hecho se repetiría el 18 de julio de 1994 a las 9:53, esta vez contra
la sede de la AMIA, causando 85 muertos y más de 300 heridos.
·
Tras
la Reforma de la Constitución Argentina de 1994 la ciudad pudo contar con su
propia Constitución y con un gobierno autónomo de elección directa. En las
primeras elecciones del Poder Ejecutivo, efectuadas en 1996, resultó ganadora
la fórmula radical, convirtiendo a Fernando de la Rúa en el primer Jefe de
Gobierno. De la Rúa renunciaría a su cargo en 1999 para asumir la Presidencia
de la Nación, siendo su mandato completado por el vicejefe Enrique Olivera.
·
Durante
los años siguientes la Ciudad continuó con su desarrollo cultural y de su
infraestructura. Comenzaron nuevas obras de ampliación de la línea de
subterráneos; a la vez que fueron inaugurados y refaccionados diferentes
museos, teatros y centros culturales.
·
En
diciembre de 2001 la Ciudad fue testigo de algunos de los cacerolazos y marchas
que pedían la renuncia del Ministro de Economía, Domingo Cavallo, y del
Presidente de la Nación, Fernando de la Rúa. La represión policial ordenada por
el Gobierno Nacional causó varios muertos tanto en las cercanías de la Casa
Rosada como en las del Palacio del Congreso. El conflicto finalizó con la
renuncia del Presidente, y dio lugar a una de las peores crisis institucionales
que sufrió la República Argentina.
·
En
2003 fue promulgada la Unión Civil, tanto para las parejas homosexuales como
para las heterosexuales, convirtiéndose en la primera ciudad en América Latina
en oficializar dichas uniones.
·
En
el 2004 la Ciudad sufrió una de sus mayores tragedias cuando el 30 de diciembre
se produjo un incendio en el local República Cromañón, que causó 193 muertos y
1432 heridos. Este hecho produjo además una investigación para determinar la
responsabilidad política del Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra; tras la cual, la
Legislatura decidió suspenderlo y luego destituirlo, siendo reemplazado
definitivamente por el Vicejefe de Gobierno Jorge Telerman el 7 de marzo de
2006.
·
El
10 de diciembre de 2007 Mauricio Macri asumió el cargo de Jefe de Gobierno,
luego de vencer la fórmula compuesta por él y Gabriela Michetti, en la segunda
vuelta de las elecciones realizadas en junio del mismo año, al binomio Daniel
Filmus-Carlos Heller con el 60,96% de los votos. Dicha fórmula había triunfado
también en la vuelta previa al obtener el 45,62%, con una diferencia de más del
20% respecto de sus principales competidores.
·
En
2010 en la ciudad se realizaron los actos centrales del Bicentenario de
Argentina, durante los cuales también se celebró la reinauguración del Teatro
Colón, luego de los trabajos de restauración hechos a raíz de su deterioro.
Traslado de la Capital
·
En
1868 el Presidente Bartolomé Mitre vetó la Ley 252, que pretendía mudar la capital
a la ciudad de Rosario. Domingo Sarmiento también vetó dos leyes que pretendían
mudarla al mismo destino: la Ley 294 en 1869 y la 620 en 1873. También vetó en
1870 la ley 462, que pretendía trasladarla a Villa María.
·
El
3 de mayo de 1972, durante la presidencia de facto del general Alejandro
Agustín Lanusse se dictó el decreto-ley 19.610, el cual declara la necesidad de
trasladar la Capital de la Nación fuera de la Ciudad de Buenos Aires.
·
El
27 de mayo de 1987, durante la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín el Congreso de
la Nación sancionó la ley 23.512 en la que se declara como la nueva Capital
Federal a los núcleos urbanos erigidos y por erigirse en un futuro en el área
de las ciudades de Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre (Distrito
Federal de Viedma - Carmen de Patagones), junto con un amplio territorio de
campos en la zona del Valle Inferior del río Negro, cedido por las Legislaturas
de las provincias de Buenos Aires y Río Negro. Este proyecto, el cual es
conocido como Proyecto Patagonia, tenía como objetivo no solo descentralizar la
Ciudad de Buenos Aires, sino también poblar y desarrollar la región patagónica.
Para cumplir con el proyecto, el 21 de julio de 1987, a través del decreto
1156, se creó el Ente para la Construcción de la Nueva Capital - Empresa del
Estado (ENTECAP). Cuando Carlos Saúl Menem asumió la presidencia, en 1989,
decidió disolver el ENTECAP.
·
Con
el proyecto de traslado de la capital se abrió un debate sobre la eventualidad
de que la Ciudad de Buenos Aires retornara a la jurisdicción de la Provincia de
Buenos Aires, lo que se resolvió con el artículo 6º de la ley 23.512, el cual
establece la provincialización de la ciudad una vez que las autoridades
federales estuvieran radicadas en su nueva sede y que se debería convocar a una
Convención Constituyente para organizar sus instituciones. Esta ley aún está
vigente ya que nunca fue derogada por el Congreso.
Circuito Histórico
Casco histórico
Plaza
25 de Mayo
Es
la plaza más vieja de Buenos Aires. Su ubicación fue determinada en la segunda
fundación de la ciudad, en 1580. Está rodeada por edificios históricos y
gubernamentales: el Cabildo, la Catedral, la Casa Rosada (sede del gobierno
nacional), el Palacio de Gobierno porteño, bancos y ministerios. El 11 de junio
de 1580, el español Juan de Garay realizó la ceremonia de fundación de la
Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre en las
tierras que hoy ocupa la Plaza de Mayo. La aldea se levantó a su alrededor.
Hasta mediados del siglo XVII su superficie era la mitad de la actual; en 1884
se demolió una recova que la dividía en dos y recibió su denominación moderna.
El nombre es un homenaje a la revolución del 25 mayo de 1810, cuando los
vecinos porteños se reunieron en la plaza para expulsar al virrey y nombrar el
primer gobierno de criollos. Seis años más tarde, en la plaza se juró la
independencia nacional y en 1860 la Constitución. Desde mediados del siglo XX
es escenario de grandes manifestaciones sociales y, a partir de 1977, el lugar
de reunión de las Madres de Plaza de Mayo, que reclaman la aparición de sus
hijos secuestrados por la dictadura militar. En el centro de la plaza está la
Pirámide de Mayo, un monumento que tiene forma de obelisco y fue construido en
1811 para celebrar el primer aniversario de la revolución. En 1856 fue
completamente reformada por el artista y arquitecto Prilidiano Pueyrredón.
Tiene una altura de 19 metros.
Monumento
al General Manuel Belgrano
Este
monumento ecuestre, inaugurado en 1873, es obra conjunta del francés Albert
Ernest Carrier-Belleuse (maestro, y luego rival, de Auguste Rodin), y el
argentino Manuel de Santa Coloma, quien realizó la figura del caballo. El
general Manuel Belgrano (1770-1820), que nació y murió en el barrio porteño de
Monserrat, fue abogado, militar y uno de los políticos más destacados en el
proceso de la Independencia nacional. Influenciado por el ideario liberal de la
Revolución Francesa, elaboró un proyecto económico para la Argentina que ponía
el acento en la producción agraria y contemplaba el crecimiento manufacturero.
En 1810 Belgrano integró la Primera Junta (el Gobierno criollo formado como
consecuencia de la Revolución de Mayo). Dos años después, en 1812, creó la Bandera
nacional a orillas del río Paraná, en la ciudad de Rosario.
Casa
Rosada
La
casa rosada obra del arquitecto italiano Francisco Tamburini, es una obra eclíptica
que combina elementos de distintos orígenes estéticos, entre ellos el
predominio italianizante. Está situada en la Plaza de Mayo y es Monumento Histórico.
Hoy
sede del poder ejecutivo de la republica argentina, y residencia del
presidente. Este monumento al principio estaba dividido en dos: de un lado
estaba la casa de gobierno y del otro el correo. En 1894 Tamburini se propuso
unir la entrada principal de la casa rosada que daba a la Plaza de Mayo con un
gran arco central. Su color rosa, muy utilizado en Argentina en el siglo XIX,
se debe según la leyenda, representa la unión de los colores rojo (Federales) y
blanco los (Unitarios).
Catedral Metropolitana
La
primera Catedral de Buenos Aires se erigió en 1622 en este mismo lugar. La
construcción definitiva comenzó en 1752 bajo la dirección del arquitecto
italiano Antonio Masella. En 1822, los franceses Próspero Catelin y Pedro
Benoit diseñaron la fachada de estilo neoclásico, cuyas columnas simbolizan a
los doce apóstoles. Luego, en 1860 el escultor francés Joseph Dubourdieu
realizó el bajorrelieve del frontispicio, que representa el encuentro de Jacob
con su hijo José en Egipto. Finalmente, en 1877 el arquitecto Enrique Alberg
reformó una nave lateral para dar lugar al mausoleo del general José de San
Martín, obra del escultor Albert Ernest Carrier- Belleuse. En 1942, la Catedral
Metropolitana fue declarada Monumento Histórico Nacional.
Cabildo
El
Cabildo porteño, sede de la Administración colonial, ocupa el mismo lugar desde
1580, pero su edificio sufrió sucesivas modificaciones. La construcción actual
fue diseñada por los arquitectos jesuitas Andrea Bianchi y Juan Prímoli en
1740. En 1894 se suprimieron tres arcos del ala norte para dar paso a la
Avenida de Mayo. En 1931 se demolieron tres más del ala sur para el trazado de
la avenida Julio A. Roca. Hacia 1940, el arquitecto Mario Buschiazzo realizó la
última reforma importante del edificio, que rescató, en parte, el diseño
original de Bianchi y Prímoli. Desde 1938 el Cabildo alberga la Comisión
Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, y el Museo Histórico
Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo.
Palacio
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
Este
edificio, asiento del Poder Ejecutivo del Gobierno porteño, se construyó entre
1891 y 1902 conforme al proyecto de Juan Buschiazzo y la dirección de Juan
María Cagnoni, dos arquitectos italianos. El primero fue director de Obras
Públicas de la Municipalidad porteña y uno de los artífices de las reformas
urbanísticas de fines del siglo XIX. El estilo del edificio es academicista
francés con presencia de elementos italianizantes.
Casa
de la Cultura (Edificio del Diario La Prensa)
Es
uno de los edificios del siglo XIX más suntuosos de Buenos Aires. Se inauguró
en 1898 y hasta 1992 albergó las oficinas del diario La Prensa. La obra fue
encargada por José C. Paz, fundador del prestigioso matutino, a un estudio de
arquitectura parisino. El proyecto contemplaba sectores para cada paso del
proceso de confección de un periódico, incluyendo la impresión y distribución.
El primer ejemplar del diario apareció en 1869. En la primera mitad del siglo
XX, llegó a ser el más popular del país. En 1993 el Gobierno porteño instaló en
el edificio la Casa de la Cultura, donde se organizan muestras, espectáculos,
cursos y talleres. Actualmente es la sede del Ministerio de Cultura de la
Ciudad.
Avenida
de Mayo
Desde
1894 es el símbolo de la historia moderna de la Argentina; fue escenario de
múltiples festejos y protestas; es la calle de los tradicionales cafés y
teatros; fue inaugurada en 1894
Su
diseño se basó en los tradicionales bulevares parisinos, aunque la inmigración
española fue dejando su impronta con tanta fuerza que finalmente la
caracterización hispánica ganó protagonismo en la estética de esta vía, la
columna vertebral del centro histórico porteño.
Por
sus diez cuadras, que van desde la Plaza de Congreso hasta la histórica Plaza
de Mayo, desfilaron numerosas movilizaciones, tanto de protesta como de
celebración, convirtiéndola en el escenario de la historia moderna de la
Argentina. En toda su traza se fueron emplazando tradicionales cafés y
edificios que sobreviven al día de hoy, como el Café Tortoni, los hoteles
Astoria y Castelar, el Teatro Avenida y hasta el mismo Cabildo, eje de los
primeros pasos de la República. Se convirtió en el grandioso escenario de la
vida pública de principios del siglo XX y los frentes de sus sofisticados
edificios de estilo art nouveau, neoclásico y ecléctico constituyeron el
magnífico marco de recepción de los ilustres visitantes extranjeros. Es tal vez
el mejor ejemplo urbano de la prosperidad de la Argentina de principios del
siglo XX: debajo de ella circula el primer subterráneo (metro) que hubo en el
Hemisferio Sur.
Además,
es cortada a la mitad por la Avenida 9 de Julio, otra arteria tradicional de la
ciudad en la cual se encuentra emplazado el Obelisco, monumento construido con
motivo del cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires.
El
decreto del Poder Ejecutivo Nacional nº 437 del año 1997 declaró la Avenida de
Mayo como Lugar Histórico Nacional, lo cual implica que no se pueden alterar
las fachadas de los edificios ni poner determinadas publicidades y marquesinas.
Congreso
de la Nación
Av.
Entre Ríos y Rivadavia, calles Hipólito Yrigoyen y Combate de los Pozos -
Ciudad de Buenos Aires.
En
este monumental edificio tiene asiento el Poder Legislativo Nacional, cuya
construcción se estableció por ley votada en la antigua sede del Congreso, en
1883.
En
1889 el Presidente Miguel Juárez Celman, a instancias del Intendente Alvear,
propuso su actual emplazamiento.
En
1895 se realizó un concurso de proyectos para la construcción del palacio, del
que fue ganador el arquitecto italiano Víctor Meano.
En
1898 comenzaron las obras; debido a la muerte de Meano, las concluyó Julio
Dormal, quien también realizó la ornamentación final y la decoración interior.
El
edificio fue inaugurado en 1906, pero recién en 1946 quedó definitivamente
concluido.
Diseñado
al estilo del Alto Academicismo Italiano de fines del siglo XIX, el edificio
está íntegramente revestido en piedra caliza gris, con basamento de granito.
Utiliza todos los recursos de la decoración clasicista, dispuestos en una
densidad poco común.
La
fachada remata en una cuádriga escultórica, obra del veneciano Víctor de Pol.
El amplio frente presenta un pórtico central corintio, elevado sobre una
escalinata con dos rampas simétricas para vehículos. A continuación, sobre el
eje este-oeste de la composición, se disponen el Vestíbulo; el Salón Azul,
revestido de mármol; el Salón de los Pasos Perdidos; el Salón de Honor,
recubierto en brocato azul, con mobiliario de "manufactura real
francesa", que donó el Reino de España en 1910, y el Salón Comedor, ambos
de la Presidencia de la Cámara de Senadores; la Galería de los Bastones, y,
finalmente, la Cámara de Diputados, cuyo hemiciclo se percibe en la fachada
posterior del edificio.
Sobre
el eje transversal norte-sur, a la izquierda del Salón Azul, se abren el Salón
Eva Perón -ex Salón Rosa- y el Recinto de los Senadores, hemiciclo más reducido
que el de Diputados, cubierto por un valioso vitral con el escudo argentino.
La
línea que predomina en todos los ambientes es una conjunción de estilos
finiseculares.
El
edificio guarda en sus dependencias un riquísimo patrimonio escultórico y
pictórico de maestros como Berni, Quinquela Martín y Blanes, y de escultores
como Zonza Briano.
Ex
Procuraduría Jesuita - 1730/1780 Calle Perú Nº 222
Ocupa
el sector norte de lo que hoy se conoce como "Manzana de las Luces".
El
conjunto, cuyos planos se atribuyen al arquitecto jesuita Juan Bautista
Prímoli, fue construido entre 1730 y 1780. Era la sede del Procurador
Provincial de los jesuitas, encargado de administrar el comercio de las
Misiones del Guayrá.
Se
alojaban también aborígenes de las Reducciones, que desempeñaban diversas
tareas.
Además
de oficinas y depósitos para los productos en tránsito desde y hacia las
Misiones, el conjunto tenía una escuela y una botica organizada por el médico
irlandés Tomás Falkner, S.J.
Expulsados
los jesuitas, el conjunto fue ocupado por la Junta de Temporalidades (1767); el
Tribunal del Protomedicato, que controlaba la práctica de la medicina (1780);
la Imprenta de los Niños Expósitos (1783); la Universidad de Buenos Aires
(1821), el Departamento de Ciencias Exactas, origen de las Facultades de
Ciencias Exactas, Arquitectura e Ingeniería (1865), y la Academia de
Jurisprudencia.
El
conjunto está definido por un gran patio central, limitado en uno de sus lados
por el muro testero del vecino templo de San Ignacio, y bordeado por galerías
con arcos de medio punto, sobre pilares de mampostería. Estas, así como las
dependencias, se caracterizan por sus techos de bóvedas de ladrillos, de cañón
corrido y de crucería. Ya en el siglo XIX y funcionando en el edificio la
Universidad de Buenos Aires, el arquitecto Carlos E. Pellegrini rediseñó la
fachada, en estilo neoclásico; estaba planteada con un eje de simetría y poseía
un excepcional equilibrio, perdido cuando parte del frente del edificio fue
cercenado para la apertura de la Diagonal Sur.
Desde
aquí se accede a la antigua red de túneles subterráneos construidos durante la
época colonial, cuya función original no ha podido establecerse con certeza.
Iglesia
de San Ignacio (1722) Calle Bolívar Nº 225, esquina Alsina
En
1686, con el producido de los primeros hornos de ladrillos de Buenos Aires,
comenzaron a levantarse la torre sur y los muros del frente de la iglesia, que
ya existía, construida sobre muros de adobe.
Desde
1712, según planos del jesuita Juan Krauss, comenzó a edificarse la iglesia
actual, que conserva aquella torre sur y muro frontal originales: junto con un
tramo de galería subterránea del desaparecido Fuerte, son los elementos
arquitectónicos más antiguos de la ciudad.
La
construcción fue dirigida por el propio Krauss y por los Coadjutores jesuitas
Andrés Blanqui y Juan Bautista Prímoli (arquitectos), Juan Wolff (maestro de
carpintería), y Pedro Weger (maestro de herrería).
La
iglesia se inauguró en 1722 y se consagró, ya terminada, en 1734. Es la más
antigua que se conserva en Buenos Aires, para cuya defensa fue bastión durante
las Invasiones Inglesas.
La
iglesia, que responde a la tipología originada en Il Gesú de Roma (Arq.
Vignola, siglo XVI), tiene planta en cruz latina, con una nave principal, dos
laterales -cada una constituida por cinco capillas- y ábside rectangular.
Características singulares de San Ignacio, que comparte únicamente con la
Catedral de Montevideo, son la cúpula sobre tambor cuadrangular, en el crucero,
y la doble altura de las naves laterales.
La
fachada, cuya autoría se discute, muestra influencia del barroco bávaro. El
Ingeniero Felipe Senillosa la completó, a mediados del siglo XIX, agregándole
la torre norte, similar a la sur, ambas rematadas por cupulines revestidos en
azulejos Pas de Calais.
El
altar mayor, original del siglo XVII, fue tallado en madera y dorado por Isidro
Lorea.
En
esta iglesia, que integra la Manzana de las Luces, tuvo lugar en 1821, el acto
de inauguración de la Universidad de Buenos Aires.
Basílica
de San Francisco (1754) Calles Alsina y Defensa
La
Orden de los Frailes Menores (Franciscanos) fue la primera en establecerse en
Buenos Aires: en 1583, Juan de Garay le otorgó la manzana donde está ubicada la
actual Basílica.
La
primera iglesia se edificó a principios del siglo XVII, pero la actual comenzó
a construirse hacia 1731, sobre un proyecto del Arq. jesuita Andrés Blanqui,
secundado por el sevillano Fray Vicente Muñoz. Se inauguró el 25 de marzo de
1754.
En
1807 se derrumbó la fachada, reconstruida unos años más tarde por Tomás
Toribio.
En
el atrio del convento adyacente, el 1º de diciembre de 1829, fue depuesto el
Gobernador de Buenos Aires, don Manuel Dorrego. El pueblo fue llamado a
reunirse en el atrio de la Capilla de San Roque y de la Iglesia de San
Francisco por el General Juan Lavalle, donde se realizó la llamada
"elección del sombrero", que lo nombró gobernador.
La
Basílica adquirió su imagen actual hacia 1911, por obra del Arq. alemán Ernesto
Sackman, que, inspirado en el barroco bávaro, alteró su severidad neoclásica.
Las
fachadas, sobre toda la principal, son muy elaboradas, destacándose las torres,
las rejas del atrio y de la portada, y la cúpula. La iglesia es de nave única,
muy alargada, con capillas laterales poco profundas y presbiterio con testero
recto.
La
cúpula se eleva sobre un alto tambor octogonal. El altar derecho del crucero es
el único original; los de las capillas laterales son de 1911. Fue una de las
iglesias más afectadas en los incendios de junio de 1955, cuando se destruyó
totalmente el altar mayor.
La
restauración posterior simplificó cromáticamente el interior, y en lugar del
retablo destruido, se colocó el tapiz diseñado Horacio Butler, "La
glorificación de San Francisco".
Capilla
de San Roque (Fines S. XVIII) Calles
Alsina y Defensa
Comparte
el atrio con la Basílica de San Francisco, conformando, junto a la vecina
plazoleta de San Francisco, un particular recorte en la densidad del espacio
urbano de Buenos Aires.
La
capilla original, construida a principios del siglo XVII, siguió funcionando
como tal hasta 1751. El edificio actual, obra de Antonio Masella, tiene nave
única y alargada, cubierta por una bóveda de cañón corrido y por una cúpula
semiesférica sobre pechinas, sin tambor.
La
bóveda está modulada por lunetos que se corresponden con las ventanas
laterales. El frente y la fachada lateral, sobre la calle, fueron remodelados
en 1911. El interior fue totalmente destruido por los incendios de 1955, y su
restauración se realizó en 1963 / 64, restituyéndosele su carácter original.
Basílica
de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo (Fines S. XVIII)
Avenida Belgrano y Defensa
La
Orden de los Dominicos Predicadores se asentó a comienzos del siglo XVIII en la
manzana que hoy ocupan la iglesia y el convento. El templo actual, que
reemplaza a las primitivas construcciones, comenzó a levantarse en 1751, según
planos del arquitecto Francisco Masella.
En
1762, el alarife Francisco Alvarez se hizo cargo de las obras. A partir de
1774, intervino el Arq. Manuel Alvarez de Rocha. La iglesia fue consagrada en
1783, cuando aún faltaban trabajos de terminación en el techo y la torre
izquierda. Secularizada la Orden bajo la Ley de Reforma Eclesiástica que
impulsó el gobierno de Bernardino Rivadavia, se instaló en una celda del
convento la primera sede del Museo de Historia Natural y, en la torre, un
observatorio astronómico.
En
el siglo XX la iglesia fue elevada al rango de Basílica, bajo la advocación de
Nuestra Señora del Rosario. La puerta de acceso al convento -de la que Mario J.
Buschiazzo hizo réplicas para la restauración del Cabildo- se destaca entre los
mejores testimonios de la ciudad colonial. La iglesia tiene tres naves, la
central con bóveda de cañón corrido y cúpula sobre el crucero. En las capillas
laterales se conservan retablos de los siglos XVIII y XIX .
Las
fachadas fueron poco modificadas a lo largo de su historia: en 1849 se levantó
la torre derecha y, a fines del siglo XIX, el sencillo coronamiento curvo fue
reemplazado por un frontón recto y liso. Tres arcos con rejas dan acceso al
nartex; otras dos puertas, bajo las torres, se corresponden con las naves
laterales. El interior mantiene el carácter simple de las iglesias del período
colonial, sólo alterado, en parte, por el agregado de revestimientos de mármol
esculpido en la nave principal.
Allí
se conservan banderas tomadas a los ingleses durante la Segunda Invasión,
cuando éstos ocuparon la iglesia, que fue desalojada tras duros combates (aún
se ven marcas de las balas en la torre izquierda). El altar mayor fue destruido
en junio de 1955, y lo reemplaza otro, de diseño contemporáneo. En el atrio se
encuentra el mausoleo del General Belgrano, realizado en 1897 por el escultor
Héctor Ximenes.
Iglesia San Juan Bautista (Alsina 824)
La
primitiva iglesia fue construida en 1719, gracias a la donación del Maestro de
Campo de Milicias Don Juan de San Martín. Fue totalmente reedificada a partir
de 1769, y terminada en 1797. Inicialmente funcionó como Iglesia para Curato de
Indios, pero luego pasó a ser parte del Convento de las Monjas Capuchinas,
llegadas a Buenos Aires en 1747. La iglesia alberga el sepulcro de Don Pedro
Melo de Portugal y Villena, quinto Virrey del Río de la Plata. En el patio de
la casa parroquial, llamado de la Reconquista, están enterrados los
combatientes de las Invasiones de 1806 y 1807, tanto patriotas como ingleses.
Iglesia Nuestra Señora de Montserrat (Av.
Belgrano)
En
1755 fue creada la Hermandad de Nuestra Señora de Monserrat, cuyo culto se
instaló en el Río de la Plata por influencia catalana. Construida con ladrillos
de adobe blanqueados a la cal, y con un cementerio anexo, la iglesia fue
erigida parroquia en 1769. A mediados del siglo XIX, debido al deterioro y el
tamaño insuficiente para los numerosos fieles, se construyó una nueva iglesia.
El edificio, de líneas italianizantes, tiene en la fachada un pórtico de cuatro
columnas jónicas, flanqueado por dos torres de tres cuerpos que rematan en
sendos chapiteles revestidos con azulejos Pas-de-Calais. El interior fue
ornamentado a fines del siglo pasado, con pinturas sobre temas religiosos y
motivos decorativos, algunos de los cuales se conservan en la actualidad.
Santa
Casa de Ejercicios Espirituales (Independencia 1190)
La
casa, fundada en 1795, es la única construcción de la etapa colonial de Buenos
Aires que se ha mantenido en pie sin ninguna transformación desde su fundación
en el siglo XVIII. Posee 10 patios coloniales y por sus claustros han pasado
200 años de historia nacional, desde los virreyes hasta Belgrano, Rivadavia,
Mariquita Sanchez de Thompson, etc.
Circuito Recoleta
El
Cementerio de la Recoleta es un famoso cementerio ubicado en el distinguido
barrio de la Recoleta de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina en donde
se encuentran sepultadas el mayor número de personalidades del país.
En
1820, durante el gobierno de Martín Rodríguez y su ministro, Bernardino
Rivadavia, fueron expropiados los terrenos ocupados por el huerto de la
Congregación Franciscana, siendo destinados a la construcción del Cementerio
del Norte (el primer cementerio público en la ciudad de Buenos Aires).
El
Ingº Próspero Catelín se ocupó del proyecto del Cementerio del Norte, que en
principio era solo para católicos, siendo inaugurado en el año 1822.
Los
primeros en recibir sepultura fueron una joven uruguaya llamada Dolores Maciel
y un joven, párvulo liberto llamado Juan Benito.
En
1863 el presidente Mitre firmó un decreto que permitía que fuesen enterrados
los practicantes de otras religiones.
Con
el tiempo, el cementerio del Norte llegó a un estado de abandono hasta que en
1880, el primer Intendente de la ciudad de Buenos Aires, Torcuato de Alvear,
encomienda al Arq. Buschiazzo, su remodelación.
Se
pavimentaron sus calles, se rodeó con un muro de ladrillos y se embelleció con
un pórtico de entrada con doble hilera de columnas de fuste acanalado de orden
dórico.
En
el friso se destacan 13 alegorías, símbolos de la vida y de la muerte.
El
Cementerio del Norte ocupa actualmente cinco manzanas y media y cuenta con
alrededor de 4870 sepulcros a perpetuidad. Más de 70 bóvedas fueron declaradas
Monumento Histórico Nacional y el Cementerio en sí es considerado Museo
Histórico Nacional desde el año 1946, por los personajes ilustres que aquí
descansan, por la calidad arquitectónica y por sus magníficas esculturas.
Es
uno de los más importantes del mundo junto con el de Staglieno* en Génova y el
Père Lachaise* de París.
Casas de los próceres
Casa
de Bartolome Mitre. XVIII (Calle San Martín N° 336 - Ciudad de
Buenos Aires)
Es
una de las casas más antiguas de Buenos Aires. Bartolomé Mitre la alquiló en
1860, hasta que le fuera regalada por el pueblo porteño en 1868, al término de
su presidencia.
Cuando
pasó a ser de su propiedad, sólo contaba con el piso bajo. Luego se levantaron,
en un piso alto, el dormitorio, el baño y el escritorio privado de Mitre, que
instaló en su casa un archivo, mapoteca y biblioteca, con más de 40.000
volúmenes, exclusivamente dedicada a la historia y geografía americanas.
Se
destacan los documentos del General San Martín y el archivo del General
Belgrano, así como papeles relativos a las Invasiones Inglesas.
De
la casa del siglo XVIII se conservan elementos originales en los muros,
carpinterías, herrajes y rejas de la fachada.
La
vivienda, tal y como la habitara Mitre, estaba estructurada en torno a tres
patios bordeados por galerías a las cuales abrían las distintas habitaciones.
Conserva gran parte de las características que tuviera al fallecimiento del
prócer, destacándose sus importantes bibliotecas, las trabajadas escaleras y
los artesonados de los cielorrasos.
El
último patio y sus dependencias fueron demolidos parcialmente en la década del
'30, para la construcción de la actual sala de conferencias.
Funciona
aquí el Museo Mitre.
Casa
de Domingo F. Sarmiento
(Calle Sarmiento Nº 1251 - Ciudad de Buenos Aires)
Finalizada
su presidencia, Domingo Faustino Sarmiento compró esta casa en 1875, para vivir
allí con su familia. Fue su única propiedad formal, y en ella escribió durante
su vejez muchos artículos y ensayos.
Para
evitar una amenaza de demolición, el Estado compró la casa en 1947, y la
declaró Monumento Histórico Nacional un año más tarde.
En
1957, fue otorgada como sede al Consejo Nacional del Menor, que la ocupó
durante diez años. Luego pasó a la Secretaría de Estado de Promoción y
Asistencia a la Comunidad.
En
1980, el Ministerio de Bienestar Social transfirió el dominio del inmueble al
gobierno de San Juan, que desde 1984 la utiliza como Casa de la Provincia de
San Juan en Buenos Aires.
Es
un edificio construido entre medianeras y sobre la línea municipal, en el
porteño barrio de San Nicolás.
La
fachada, remite a elementos de ornamentación italianizante. La casa está
dispuesta en torno a tres patios. El primero es el principal y el más pequeño.
Al segundo patio, con jardín, aljibe y pajarera, abre una galería de delgadas
columnas de hierro a la cual dan las habitaciones. En el último patio, donde se
ubicaba el área de servicios, existen plantaciones de parras y un retoño de la
higuera de la casa natal de Sarmiento.
En
la planta superior, que se eleva entre el segundo y tercer patio, estaba el
taller de la nieta de Sarmiento. Una escalera caracol lleva a un mirador de
hierro, coronado por una veleta.
Casa
de Rivadavia (Defensa
350)
En
1780 nació en esta casa Bernardino Rivadavia (primer presidente argentino en
1826). Es de estilo colonial y fachada simple; sobre las ventanas se conserva
el guardapolvo y la cornisa superior.
Casa
de Liniers (Venezuela
469)
De
la construcción original sólo se conservan la fachada y unas pocas paredes. Su
primer propietario fue Martín Simón de Sarratea, suegro de Santiago de Liniers
y penúltimo Virrey del Río de la Plata. Aquí se trataron los términos de la
capitulación del general inglés Beresford luego de una de las fallidas
invasiones inglesas.
Hoy
es propiedad de la Editorial Estrada que debe conservarla, como dictan las
normas de conservación del Patrimonio Nacional. Esta casa con toda su simpleza,
constituye un testimonio claro de aquellos tiempos de pobreza en la ciudad
colonial: austera, chata, con sus ventanas sin alinear, era la vivienda del
héroe de las Invasiones inglesas, tal vez el hombre más importante de la ciudad
de esos momentos. Es el mejor referente de una típica construcción colonial en
Buenos Aires de los años 1810, y de las más lujosas que existían por aquel
entonces. Posee una gran importancia arquitectónica porque es uno de los pocos
registros que quedan de la arquitectura colonial civil, ya que solo se mantiene
la religiosa en pie con sus signos originales. Por eso esta casa de Liniers se
transforma en un edificio de gran valor, al constituirse en uno de esos pocos
registros coloniales auténticos.
Casa
de María Josefa Ezcurra.
(Alsina 453)
María
Josefa Ezcurra era la cuñada de Juan Manuel de Rosas, Gobernador de Buenos
Aires de 1829 a 1832 y de 1835 a 1852. En esa época, esta casa acogió numerosas
e importantes reuniones. La vivienda fue construida alrededor de 1830 y su
dueña residió allí hasta su muerte, en 1856.
En
1971 pasó a ser propiedad del Museo de la Ciudad.
Casa
de José Hernández (México
524)
Típica
casa del siglo XIX que perteneció al autor del Martín Fierro. Actualmente aloja
a la Sociedad Argentina de Escritores.
Próceres
Bernardino
Rivadavia (1780-1845)
Nació
en Buenos Aires en 1780. Fue el primer presidente de la República Argentina.
Inició sus estudios en el Colegio de San Carlos en 1798 donde cursó Gramática,
Filosofía y Teología, pero no se graduó en ninguna de estas materias,
abandonando los estudios en 1803.
A
los 29 años se casó con una joven muy distinguida de la sociedad porteña: Juana
del Pino y Balbastro, hija del octavo virrey del Río de la Plata, Joaquín del
Pino. Tuvo cuatro hijos.
En
1810 apoyo la independencia y un año más tarde en el Primer Triunvirato fue
designado Secretario de Guerra, iniciándose así en la vida pública. En 1814
viajó en misión diplomática a Europa buscando un “sangre azul” para el
gobierno, pero fracaso.
La
ley de Presidencia, sancionada por el Congreso General de 1826, creaba un Poder
Ejecutivo Nacional permanente, con el título de Presidente de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, cargo que le fue dado a Rivadavia. Renunciando en
1827, se exilió en Europa, regresando a Buenos Aires en 1834 pero fue
sentenciado a un exilio inmediato, fue primero a Brasil y luego a España
falleciendo en la ciudad de Cádiz en 1845.
Sus
restos fueron repatriados en 1857 y desde 1932 descansan en el mausoleo
levantado en su honor en Plaza Miserere.
Juan
Manuel de Rosas (1793- 1877)
Nació
en Buenos Aires, militar y político argentino. Se incorporó muy joven al
ejército que hizo frente a la segunda invasión británica de Argentina, pero no
intervino en las luchas por la independencia. Retirado al campo, se convirtió
en un gran propietario ganadero de la Pampa, organizando en su estancia un
ejército personal para combatir a los indios.
En
1828, al ser derrocado y ejecutado por los unitarios el gobernador de Buenos
Aires, Dorrego, Rosas encabezó un levantamiento popular que triunfó en Buenos
Aires y en el resto del litoral, mientras que las provincias del interior
permanecían en el campo unitario. Tras ser capturado el general unitario Paz,
el interior fue reconquistado y Argentina volvió a la unidad bajo la égida de
Rosas, López y Quiroga. Gobernador de Buenos Aires (1829-1832), renunció por no
concedérsele poderes absolutos, dejando el puesto a un hombre de su confianza,
Balcarce, aunque Rosas siguió dominando la situación como comandante en jefe
del ejército.
Nuevamente
gobernador de Buenos Aires en 1835, con plenos poderes, tuvo que hacer frente
al malestar provocado por el bloqueo de la armada francesa (1837) y al
enfrentamiento con la Confederación Perú-boliviana. Con el apoyo francés,
Lavalle organizó un ejército de descontentos que avanzó hacia Buenos Aires. Sin
embargo, Rosas, tras lograr un tratado con Francia, pudo reconquistar el
interior, donde nombró gobernadores adictos.
De
este modo, en 1842 alcanzó un poder absoluto sobre el territorio nacional, se
autoproclamó «tirano ungido por Dios para salvar a la patria» y disolvió la
Cámara de Representantes. Apoyándose en las masas federales (campesinos,
gauchos, negros), organizó el Partido Restaurador Apostólico y mantuvo al país
en una perenne cruzada contra los unitarios, exterminando a sus enemigos.
Su
gobierno dictatorial logró la estabilidad política interna, mantuvo la
integridad nacional y favoreció el crecimiento económico. Intervino en los
conflictos internos de Uruguay, apoyando a Oribe contra Rivera. Sitió
Montevideo, pero los británicos obligaron a la escuadra argentina a levantar el
bloqueo. Argentina tuvo que sufrir entonces la intervención de los británicos y
los franceses, que bloquearon Buenos Aires (1845) y organizaron una expedición
para penetrar por Paraná.
Aunque
los intervencionistas no consiguieron derrocar a Rosas, en 1850 Urquiza,
gobernador de Entre Ríos, se rebeló con el apoyo de los unitarios y de los
Gobiernos de Brasil y de Montevideo, invadió Santa Fe, marchó sobre Buenos
Aires y derrotó a las tropas de Rosas en la batalla de Caseros (1852). Rosas,
cuya base popular se había visto deteriorada por la política fiscal que cargaba
la financiación del déficit sobre las clases más humildes, huyó entonces a Gran
Bretaña y en 1857 fue juzgado y condenado a muerte en rebeldía por el Senado y
la Cámara de Representantes.
Bartolomé
Mitre (1821-1906)
Nació
el 26 de junio de 1821 en Buenos Aires. Sus padres no aprobaban su vocación
literaria por lo que le enviaron a la estancia de Gervasio Rosas, para que se
convirtiera en un hombre de campo. Se granjeó con sus escritos la enemistad del
dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Tuvo que exiliarse en Chile, Bolivia y
Perú. De regreso a Argentina en el año 1852 participa en el derrocamiento de
Rosas, liderado por el general Justo José de Urquiza. En 1853 es nombrado
ministro de Guerra del gobierno provincial de Buenos Aires, y trata de oponerse
al plan de Urquiza que pretendía que la provincia pasara a formar parte de la
recién proclamada República Argentina. En 1859, las tropas de Mitre fueron
derrotadas por Urquiza en la batalla de Cepeda, por lo que Buenos Aires pasó a
formar parte de la federación. Fue gobernador de la provincia de Buenos Aires
en 1860 y vence a Urquiza en la batalla de Pavón (1861). Elegido presidente de
la República en 1862 para un mandato de seis años. Durante su presidencia,
Argentina, aliada con Brasil y Uruguay contra Paraguay, participó en la guerra
de la Triple Alianza (1865-1870). En 1868 pierde las elecciones presidenciales
ante Domingo Faustino Sarmiento; volvió a presentarse otra vez como candidato
en 1891 pero fracasó. Ocupó cargos de ministro y diplomático para el nuevo
presidente. Pero el grueso de su actividad vuelve a las letras. El 4 de enero
de 1870 lanza el primer número del diario "La Nación". El nuevo
periódico se sostiene en el prestigio de Mitre y la ideología liberal. Esa
coyuntura convierte a "La Nación" en un medio con gran influencia en
la clase dirigente, que más de una vez es adoctrinada por los editoriales de
Mitre. Entre sus escritos se encuentran un gran número de poesías, traducciones
de autores clásicos (como el poeta italiano Dante Alighieri) y obras
históricas, como la Historia de Belgrano y de la independencia argentina
(1858-1859) y la Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana
(1877-1888).
Hipólito
Yrigoyen
Hipólito
Yrigoyen fue dos veces presidente del país entre 1916-1922 y 1928-1930, representando a la U.C.R..
Algunos
de sus apodos más conocidos fueron: el “peludo”, por su aversión a mostrarse en
público, y el “vidente”, por su supuesta capacidad para interpretar las
demandas, necesidades e intereses de sus interlocutores.
A lo
largo de su vida mostró gran versatilidad en el desempeño de diversas
funciones: comisario de policía en el barrio de Balvanera, presidente del
Consejo escolar de la misma ciudad,
profesor de historia, filosofía e instrucción cívica, estudiante de
abogacía, diputado, terrateniente, jefe revolucionario y presidente de la
República Argentina.
Durante
los años que ejerció la docencia, entre 1880 y 1905, donó sus honorarios al
Hospital de Niños.
Participó
y lideró numerosas revoluciones, que si bien fracasaron en sus objetivos
concretos, prepararon el terreno para la implementación de la Ley Sáenz Peña.
Luego
del suicidio de su tío, se enfrentó a duelo con el santafecino Lisandro de la
Torre, experto esgrimista, al cual derrotó –pese a carecer él mismo de toda
experiencia de esgrima-, dejándole numerosas marcas en su cuerpo y rostro.
El
12 de octubre de 1916, asumió por primera vez la presidencia del país. Concluía
así el período conservador. Ese día la multitud enfervorizada desenganchó
espontáneamente los caballos del carruaje que trasladaba al flamante líder
radical desde el Congreso y lo llevó a pulso hasta la Casa Rosada.
Estas
elecciones que dieron triunfo a Yrigoyen fueron las primeras que se realizaron
a nivel nacional bajo los auspicios de la llamada Ley Sáenz Peña (ley electoral
de 1912), que imponía el voto universal, secreto y obligatorio.
En
1928 Yrigoyen fue electo presidente del país por segunda vez por una abrumadora
mayoría en una elección conocida como “el plebiscito”. Su período de gobierno
quedó inconcluso como consecuencia del golpe de estado producido el 6 de
septiembre de 1930, que encabezó el general José Félix Uriburu y dio comienzo a
la “década infame”.